El fin del mundo no está cerca. Es decir, no está cerca, ya está aquí. Lo sabe la mosca que un cruel tiene por mascota para arrancarle las alas, para quitarle las patas. También lo sabe el niño que juega en la frontera de Israel con un paraguas amarillo, pretendiendo que es un arma. YSigue leyendo «El fin del mundo aguarda en un hotel de paso»