Esta es una palabra que, como diría el genial Alex Grijelmo, pertenece a la «familia» de las voces que los hispanohablantes podemos entender, aunque en estricto sentido no esté en español, sino en portugués. Y aunque me encanta su sonido, me gusta aún más el adjetivo que deriva de ella: «gostoso/a». Así, «um garoto gostoso» es un hombre que se antoja suculento, delicioso. Quizá la palabreja me fascine porque más de una vez he formulado ese tipo de juegos lingüísticos, que dan a una persona atributos similares a los de un platillo apetecible…