Diré lo que comimos: de entrada, tostones chorreados (plátano frito y machacado con salsa de jitomate y cebolla). De plato fuerte, un ajiaco y un pollo en salsa de maracuyá. Como postre, un cuajado con dulce de uchuva (queso fresco con salsa de esa fruta pequeña, dulce, con semillas pequeñas como las de la guayaba). Para beber, un canelazo (aguardiente con canela, se toma caliente) y una cerveza Club Colombia. Por eso hubieran sido de 800 a 1,000 pesos mexicanos. Aquí la cuenta fue de 90,000 pesos colombianos!
Impresiona oír esas cantidades, pero al hacer la conversión son unos 600 pesos. Esa información y la delicia que hace chuparse los dedos permite olvidar el soponcio…
¡90.000 pesos colombianos!, entonces casi más caro que en Europa pues…, pero qué delicia de comida, y la cerveza esa tiene buen sabor y…sonido. Además, dicen que las uchuvas son buenas para los diabéticos… Todo es rico allá y además medicinal, hasta el canelazo… jejejeje. Gracias por ese post.
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No sé si la uchuva sea buena para los diabéticos, pero de que es muy rica lo es, igual que el canelazo. Ya si es medicinal es un feliz añadido!!
Abrazo desde esta tierra fantástica
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¡Que gozo disfrutar de la comida con el conocimiento previo, en el propio momento y a tiempo pasado de tal disfrute para los sentidos!
Yo me conformaré con el sueño de dichos placeres en mi paladar.
Saludos,
.Rafael
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Si tienes oportunidad no te pierdas venir! Es hermoso y la gente bien puede ser la más amable del mundo, de verdad.
Abrazo
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Ojalá, algún día. Mientras, si me permites, lo viviré a través de ti.
Un abrazo,
Rafael
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Va, perfecto!
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Me salen 37 euracos 🙂 tratándose de ciertos platos no es caro, aunque para mí todo lo que suba de 20 ya se me indigesta 😀
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Es un pequeño lujo pero uno tiene que dárselo de vez en cuando…
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En un reportaje a Ray Bradbury me enteré de que tenía, en un pequeño marco, en su estudio, un billete argentino de 1.000.000 de pesos. Se ve que no conoció el de 10.000.000 (creo que tengo alguno en el desorden general que hoy es mi vida) y me parece que había alguno aun mayor. Los horrores de la hiperinflación (sí, en Argentina, en una época no teníamos inflación, teníamos hiperinflación; espero que nunca regresemos a esa época).
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No conocía esa anécdota de Bradbury pero perfectamente la creo. En México hace algunos años se le quitaron tres ceros a la moneda, para «simplificar» las cosas y también para «disimular» nuestra pésima posición ante el dólar, de manera que ahora vivimos una ficción: el tipo de cambio es de 12.30 pesos por dólar cuando en realidad son 12,300 pesos por dólar. Barbaridades que ocurren en esta realidad de países subdesarrollados.
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Eso mismo ocurrió aquí en esas épocas de hiperinflación de las que te comentaba. Fueron varias las veces que se les quitaron ceros a la monda para «emparejarla» con el dólar y, también, porque se hacía inmanejable el uso de cantidades tan grandes.
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Voy a robar la respuesta. A mí también me choca que me pregunten lo mismo, pareciera como si uno comprara libros sólo para exhibirlos. Me hace recordar a un familiar no-cercano, inculto como nadie pero en algún momento rico, que una vez mandó comprar libros «por metro» (literal) para «adornar» su biblioteca. En otras palabras, pidió que le vendieran «tres metros» de libros. Si no hubiera sido lamentable sería muy chistoso.
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