«[en esta] fotografía de una biblioteca hecha en 1940 durante los bombardeos sobre Londres durante la Segunda Guerra Mundial […] tres hombres están de pie entre los escombros y se dedican a fatigar los anaqueles, los tres están absortos en la tarea de escoger un libro para leer. No están olvidándose de la guerra ni parecen ajenos a la destrucción del paisaje que los acoge. Están mirando libros. Simplemente, tratan de que la vida continúe, buscan seguir adelante. Están afirmando el derecho de todos a preguntar, pensar, saber, tratar de entender».
-Enrique Vila-Matas, «Contra los patriotas iletrados», revista Ñ, número 500, 27 de abril de 2013
Si alguien es capaz de buscar qué leer en esas circunstancias, seguramente es porque «preguntar, pensar, saber y tratar de entender» resulta tan necesario como respirar… o como sobrevivir.
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Contexto de la fotografía: http://www.booksforvictory.com/2013/04/london-bookstore-and-library-bombed-in.html
Para muchos los libros son tesoros preciados, partículas de otros mundos y otras vidas, contadas por otros que quizás vivieron mucho antes que nosotros o por otros que, aún siendo coetáneos nuestros, nunca llegaremos a conocer, ya por la imposibilidad de la lejanía o ya por circunstancias diversas. Y no por ello -o quizás por ello- se vuelve en una realidad irreal irrenunciable. Más allá de cualquier contexto, el libro se convierte en asidero de nuestra voluntad de supervivencia, de mantenimiento de la belleza de un universo que, aunque a nosotros nos toque vivir en un tramo rebelde y gris de su existencia, permanece incólume y precioso, como conjunción perfecta de almas buenas.
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Tal cual, como lo dices: la lectura fue asidero de supervivencia en mi infancia y se me quedó como uno de los máximos placeres de la vida. Los libros son mi experiencia estética cotidiana, mi contacto más disfrutable con la belleza de la palabra y la imaginación, de mis tesoros más preciados. Sé que esta experiencia no es única, que muchos compartimos ese disfrute por emocional/estética/intelectual por la lectura.
Gracias por pasar y, sobre todo, por tu comentario.
Abrazo de viernes!
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Gracias a ti por hacerme meditar. ¡Feliz viernes, compañera -permíteme- superviviente!
Y, emulándote, abrazo apretado 🙂
Rafael
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Con razón nos entendemos, eso de flotar en mares embravecidos aferrados sólo a un libro nos une…
=)
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Fantástica foto
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Lo es, la había visto alguna vez hace tiempo y me encantó. Ahora que leí este comentario de Vila-Matas la busqué de nuevo.
Gracias, abrazo
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Gracias por compartir esa foto!!! Una bella reflexión sobre el maravilloso hábito de la lectura!!! Saludos
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Sí, Vila-Matas da en el clavo sobre el hecho de que leer es muchísimo más que pasar los ojos por las páginas de un libro: es actitud de vida, estética, chaleco salvavidas.
Gracias a ti!! Abrazo…
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dice el poeta/trovador cubano silvio rodríguez que si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo… impresionante foto… me los imagino luego, en un refugio, leyendo mientras caen las bombas…
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Pues toda la razón a Silvio (a él lo descubrí en la preparatoria y desde entonces me encanta, sobre todo su época «viejita»). No había pensado en lo que dices pero sin duda así fue, que gran imagen mental me regalas…
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Una verdadera exqusitez.
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Qué bien que te gustara, muchas gracias…
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Me gusta todo lo que publicas. Que tengas un buen fin de semana. Saludos.
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Vaya, qué lindas palabras me regalas para inaugurar el sábado!! Muchas gracias, un abrazo
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