Hace siglos, rostros indígenas señoreaban estas latitudes centroamericanas. Hoy, esos mismos rostros llevan herido el aplomo, cubierto como una herida que supura bajo el huipil. Algunos como Germán, vendedor de jade y hablante de lengua cakchiquel, la llevan con orgullo de acento añejo: «Aprendí español y hasta inglés pa’ vender, pero en mi casa (se habla) puro cakchiquel. A unos les da pena pero a mí, no». De rasgos que parecen copiados de un códice precolombino, es experto en explicarnos sobre los nahuales, fuerzas regidoras determinadas por el día de nacimiento: con ellas, los mayas explicaban el carácter y el destino (similares a los signos astrológicos). No es el caso de todos los Germanes: uno nos lleva en el Tuk-Tuk (moto convertida en taxi), otra vende lotería y uno más, café en grano, mientras cientos ofrecen textiles hermosos por las calles. Qué lamentable: pasaron de amos de la tierra, a ser vistos como fuerza baja de trabajo o atractivo turístico. Yo misma compro sus creaciones, decoro mi casa con ellas y me olvido de todo. Recuerdo este texto de Galeano, crudo pero necesario: «[…] Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos: Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos». Eduardo Galeano, «Los nadies», El libro de los abrazos (Siglo XXI).


Siempre certero Galeano.
Un abrazo.
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Lo es, qué manera tiene de decir lo que muchos somos incapaces de poner en palabras.
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Hace apenas unos días en Reforma de la ciudad de México marchaban algunas campesinas mujeres Veracruzanas desnudas, creo que precisamente buscaban de esa manera dejar de ser invisibles,que triste.
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No me enteré pero ha pasado varias veces: un grupo que se llama «De los 400 pueblos» suele manifestarse en poca ropa o sin ella, como dices, para llamar la atención. Muy triste.
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En efecto son ellas, y si es muy lamentable que esa sea su única forma de llamar la atención, y aunque han sido censuradas en múltiples ocasiones continúan manifestándose, para algunos es mejor voltear a otro lado para imaginar que no existen.
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Claro: molestan, son incómodos, no forman parte del «establishment» aceptado. Como dices, muy lamentable.
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Galeano, siempre, indispensable. No conozco nada sobre el grupo «de los 400 pueblos», me toca hacerme una cultura. Tal vez diga una barbaridad, pero me viene a la mente las FEMEN que a su manera y desde su realidad, usan también su cuerpo para denunciar cosas que se prefiere no mirar. Precisamente ayer, «la mujer de mi vida» me envió este enlace, que aquí comparto, sobre una muy dudosa iniciativa de un ente de gobierno mexicano con nombre de multinacional de hidrocarburos http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2013/07/22/1709486-pornografia-de-la-pobreza y para terminar, mi asociación automática: el poema «pregón» de Mario Benedetti.
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El poema de Benedetti es de las mejores expresiones que conozco sobre la pobreza, sin duda. En cuanto a la nota sobre la exposición de fotos, tengo poco que añadir: esta idea de retratar «el hambre» en el contexto de un programa gubernamental tiene todo para ser fallida. Hermann Belllinghausen, el autor de la nota, ha estado cubriendo el tema indígena desde hace años y lo conoce bien, le cala de verdad. Sólo añado un matiz a sus palabras: quizá captar la situación de pobreza e indefensión en la que viven millones de mexicanos (sí, en su mayoría indígenas o de origen indígena) contribuya a crear la tan necesaria conciencia (¿cuándo?), sin la cual nada va a cambiar.
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Estas gentes olvidadas, humilladas, explotadas, exterminadas, estuvieron cerca hace un par de meses de sentir que recuperaban la dignidad. De hecho, sintieron por unos días que la justicia existía, cuando una juez valiente condenó al genocida Ríos Montt a 80 años de cárcel. Poco les duró el sueño, pues el Tribunal Constitucional ordenó repetir el juicio… Los «débiles» (quizás sería más correcto «debilitados») pocas veces (por no decir nunca) sienten el apoyo del sistema. En España, por ejemplo, jamás se ha cuestionado oficialmente la dictadura franquista; mucho menos se ha encausado a sus ejecutores.
Respecto a Guatemala, recomiendo intensamente un reportaje fantástico del periodista Ramón Lobo en ‘Jot down’: ‘Guatemala, la transición requisada’, con estupendas fotografías.
http://www.jotdown.es/2013/04/guatemala-la-transicion-requisada/
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Ya está, anoche pude ver el enlace al reportaje. Qué dolor resumen esas palabras «¿Por qué no nos dejan vivir?». Los indígenas, lastimados siempre, desalojados desde hace siglos, abusados en cuerpo y alma, menospreciados si siguen vivos pero «alabados» en el discurso oficial si murieron hace siglos. Una pena, una auténtica vergüenza. Qué gran paradoja: en general, el discurso latinoamericano hacia la «conquista española» es de rencor, pero poco se piensa que los descendientes de aquellos señores de la tierra siguen entre nosotros y los no-indígenas los tratamos con idéntico menosprecio, en los hechos cuestionándonos si tienen alma.
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Nunca entenderé por qué una persona se siente superior a otra, qué mecanismo opera en su cerebro para que se produzca tal aberración irracional.
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Difícil tener una respuesta a ello, tampoco lo entiendo pero imagino que tiene que ver con complejo de superioridad oculto bajo una profunda inseguridad.
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Mi conexión a internet es mala, mañana intento ver el enlace de Lobo. Muchas gracias. Tienes razón: los «debilitados» siempre son los últimos si se trata de escucharlos, de hacer justicia, de reivindicarlos. Estuve al tanto del asunto de Ríos Montt y el juicio por las masacres de indígenas, me enojé mucho con la decisión del tribunal. Terrible lo que pasa: los nadies también son los sin voz.
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Hermoso texto / Triste realidad. Los que una vez fueron amos de la tierra, ahora ni siquiera son dueños de sus propias calles.
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O quizá de las calles, pero sólo de ellas…
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Hermoso Galeano.
Existen concepciones tradicionales sobre la persona indígena, muchas…las hay desde concepciones lastimeras a las rebeldes. En ciencias sociales, puestos sobre ejes de luchas medioambientales, contra proyectos mineros o represas, acerca de la persona indígena se plantea que ha pasado de ser el «animal sin alma, colono ignorante y masa exótica con razón de polo de desarrollo turístico,» a sujeto ancestral, político-ecológico.
Saludos y abrazos, danioska.
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Pues sí, la persona indígena, como bien la llamas, es hoy bandera de causas ecológicas, mañana lo será de otras pero nunca de su propio pellejo.
Abrazo
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