El demonio, de Terenci Moix

Imagen 4«Aquel ser parecía un enviado del cielo, un ángel maldito que se hubiese arrepentido de alguna antigua rebeldía y a quien Dios enviaba a la Tierra para someterlo a una prueba definitiva. Todo en él era belleza e inocencia, pero al mismo tiempo comunicaba un vértigo indescifrable que se abría paso por cada uno de los poros de mi cuerpo», dice un personaje de El demonio, de Terenci Moix, que acabo de terminar.

Es lo primero que leo de él, una narración deliciosa que aborda la tensión entre espiritualidad y deseo. Es un tema que me atrae: los santos que mortifican su cuerpo y los pecadores entregados a la lujuria parecen vivir en universos opuestos, que en realidad son contiguos o incluso coexistentes. Quienes rechazan el placer suelen tener conciencia de su enorme capacidad para el exceso, como este monje medieval que confiesa tras la iluminación dada por la carne: «Ya no me parecía tan absurdo que la belleza fuese más elevadora que la plegaria, que un cuerpo desnudo llenase un paraíso más amplio que todos los recovecos de mi vida interior». Amén.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

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