
Es muy poco lo que puedo captar del idioma turco, apenas las palabras cuya escritura es similar al español: dijital, veteriner, fabrika, interneti, gargara, lavabo. Luego descubro que incluye muchos términos del francés, aunque escritos como suenan: por ejemplo, el toilette francés aquí es tuvalet, coiffure se convierte en kuäför, chic en Şik y champagne en Şampanya (la Ş se pronuncia sh). Me parece simpática la adaptación de voces relativas a temas glamorosos. Como siempre, la admiración de un pueblo por otro se plasma en su lengua: durante años, los turcos aspiraron asemejarse a la cultura francesa, de manera que tomaron sus términos «elegantes» y los hicieron propios.
El turco es una lengua uraloaltaica, lo que la emparenta con el finés, el húngaro y el lapón. Durante el Imperio Otomano se escribió con alfabeto árabe, pero con la fundación de la República de Turquía por Mustafá Kemal (Atatürk), en 1928 vino la llamada Revolución del alfabeto, que adaptó la lengua a los caracteres romanos. No he encontrado un diccionario, así que la barrera del lenguaje no sólo me imposibilita la comprensión de los letreros de una tienda, un periódico, el menú de la comida y hasta los destinos del tren, sino también me impide el placer de conversar con los taxistas, cantera de sabiduría local. Son poquísimos los choferes que hablan inglés pero hoy estoy de suerte: Fatih, nuestro conductor, se expresa con decoro, así que lo bombardeo con preguntas. Quiero saber las horas de los rezos de hoy, cómo comen ellos la especie de chile (ají) que adorna muchos platillos, desde qué edad las mujeres usan burka, cómo se pronuncia la letra ç. Y aquí me desarma con una respuesta: «No se complique, el turco se pronuncia tal como se escribe, sin más». Vaya, haberlo sabido antes…
Cuando por fin compro un diccionario descubro que eso no resuelve el conflicto: ni así entiendo esto escrito en un monumento. Claro, al ser una lengua aglutinante, el turco puede concentrar en una sola palabra prefijos, infijos y sufijos, lo vuelve casi imposible encontrar en el diccionario una palabra según su orden alfabético.
Lo analfabeta no me lo quita nadie. Auch.
Humildad, caminos de aprendizaje. la confrontación que marcan los viajes cuando los idiomas nos revuelcan. Ahí esta tu huella y la seguimos con diccionario.
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Lo has dicho mejor que nadie: el idioma me revolcó. Y sí que es una experiencia de humildad, uno cree que con las pocas lenguas que conoce y las que puede intuir «se defiende» pero vale bien recordar que no es así.
Saludos…
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No te preocupes, yo también lo soy. Y sin embargo aquí estamos 🙂
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Un poco lastimado el ego, sí, pero estamos. Gracias por la solidaridad…
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Siempre queda sumergirse en el sonido de esa lengua extraña como si fuesen notas musicales. No entenderemos nada, pero disfrutaremos de una estimulante experiencia sensorial. ;-). (Cada día espero tu relato turco como agua de mayo)
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En efecto es algo así, querida mía, como notas musicales, pero en el fondo siempre se siente la inquietud de que uno se está perdiendo un discurso articulado. Es como no ser invitado a la fiesta…
No serán muchas crónicas turcas más, quizá unas tres o cuatro, cada una en torno a un tema. Gracias por tu lectura fiel de ellas (como siempre, qué te digo).
Abraziño
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Dejarnos mecer por una lengua que desconocemos, también tiene su encanto. Aunque debemos asumir que algo (o todo) de lo dicho nos perderemos.
Llamaremos a tus entradas «las delicias turcas». ! Que ricas!
Un abracete, Julia…
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Figúrate, querida María, que justo «delicias turcas» (Turkish delights) es como llaman a sus dulces típicos, de chuparse los dedos y sobre los que algo tendré que escribir. Me honras demasiado, muchas gracias…
Abrazo tronado
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Me deleito con estas crónicas y también con los comentarios. No voy a ocultar que estuve fisgoneando. Y pregunto, ¿eres totalmente analfabeta? Adhiero y hasta puedo decir que me pasa el sentimiento de analfabetismo. Somos dueños de una gran porción de ignorancia. Pero es, en tal caso, lo rotundo del «totalmente» lo que me desarma. Y entiendo que, de ser así, debes haberte sentido extraña y extranjera, ajena, en esa tierra de ensueño.
Besos.
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Ése es justo el asunto, Verónica querida, que para mi gran Fortuna no estoy acostumbrada a no «poder leer». Este vicio por las palabras me hace ir por la vida leyéndolo todo, de modo que me resultaba agresivo no poder pescar nada de nada de un texto como el de la foto. En fin, fue toda una experiencia interesante.
Beso
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Hola, hola.
No debes tener el ego herido, Danioska. Son tantas las cosas que ignoramos y, por lo tanto, tantas que podemos aprender (o no, pero no importa). Bien lo dijo el buen Blaise Pascal en su momento. (Cito sin citar y con mis propias palabras). El ser humano, por más que aprenda y conozca sobre todas las cosas, siempre estará en el mismo lugar: no hay avance real cuando el conocimiento no tiene fin. Así que ni modo, a gozar por medio de la intuición de todo eso que ignoramos.
Abrazo de nuevo.
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Un poquito golpeado sí se sintió, lo reconozco, pero por otro lado me encanta la cita de Pascal que compartes y que pone las cosas en un sitio. Y eso que dices sobre la intuición es sabiduría pura: a gozar por medio de ella.
Abrazos
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¡Pero si está clarísimo querida! Esto me recuerda a aquella entrada mía «Cosas para hacer el fin de semana» donde proponía traducir un texto extraño según nos fueran sugiriendo palabras u oraciones lo que allí leíamos. Creo que éste texto bien podría usarlo para esa faceta lúdica que tanto disfruto.
Y si tñu te declaras analfabeta (una exageración; fíjate lo que has descubierto con los términos tomados del francés); a mí no me queda otra opción que declararme Analfabestia, directamente.
Cariños, otra vez.
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Claro, recuerdo tu entrada y este texto aplica perfecto para ese ejercicio. «Analfabestia» me gusta: lo adopto para mí…
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Danioska,, blogs como el tuyo que muestran tal capacidad de sintaxis, buen uso del castellano ( + conocimiento de otras lenguas ) y con mucha cultura para asimilarla un poco; no puede pertenecer a una analfabestia, pero si a alguien con demasiada humildad y que ante todo, muestra mucho respeto por otras ideologías.
Un fuerte abrazo.
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Me gustó lo de «analfabestia», me pareció simpático! Eres muy amable en tu valoración, Demiannicolás, muchas gracias por tus palabras, que valoro.
Un abrazo
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Pues me has ilustrado mucho… de modo que gracias.
Hasta otro día y la serie, que me gusta e interesa. Mi buen abrazo, Julia.
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Qué dices, soy yo la agradecida de que pases por aquí.
Abrazo
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