No hay caso, señores. Los mexicanos, sospechosistas hasta el tuétano, no hacemos más que buscarles chichis a las culebras, quejarnos sin parar mientras armamos estrambóticas teorías de conspiración. En cualquier otro país, uno más expansivo y sociable, se celebra el hecho de que una socialité salga a divertirse el sábado en la noche, como cantaba Raphael. ¿No lo hacen los luminosos Donald Trump, Kim Kardashian y Caitlyn Jenner? ¿Por qué el Chapo no puede, ese agricultor que los gringos deslenguados llaman narco y que es de los hombres más ricos del mundo? ¿Por qué negarle ese derecho humano al jolgorio? La crispación que se percibe en redes sociales habla de que con nada nos complacen. Hasta lo que no comemos nos hace daño.
El gobierno de Peña Nieto, paladín de la no-discriminación, tiene el gesto de procurarle una salidita amena del Penal de Alta Seguridad del Estado de México, según la gallarda política del «Dando y dando, pajarito volando» (ay, las malas lenguas que en todo ven corrupción, de veras). Y, en un double play más que efectivo, también nos brinda pan y circo para animar nuestro bonito fin de semana. Pero no, ahí estamos con nuestra necedad, quéjese y quéjese, preguntándonos cómo es que el Chapito pudo huir por un túnel, qué componendas permitieron su fuga y si una noticia así («imperdonable», alguien dixit) no amerita que el presidente regrese de su gira histórica por Francia. No, señores, no se puede así. El Chapo sólo busca realizarse como cantante, tomar la estafeta raphaelesca, hacer gorgoritos y darle un sentido personal a aquello de:
Hoy para mí es un día especial
hoy saldré por la noche.
Podré vivir lo que el mundo nos da
cuando el sol ya se esconde.
Podré cantar una dulce canción
a la luz de la luna
y acariciar y besar a mi amor
como no lo hice nunca.
Más allá de la ironía que cubre la totalidad de la entrada, hay algo de cierto en lo que dices de un modo indirecto al nombrar a esos personajes como Trump, Kardashian y demás. Esto que ha ocurrido en México es lo mismo que ocurre en casi cualquier otro lado del planeta: la justicia no es para quienes poseen dinero o poder (¿qué es primero, hoy?). De todos modos, claro está, no vamos a caer en la torpeza de «Mal de muchos, consuelo de tontos»; pero tampoco creo que haya que hacerse un harakiri por esto. He visto que los mexicanos se lo han tomado con mucho humor, lo cual es bueno y malo al mismo tiempo.
Abrazos y sigamos cavando.
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Me parece lamentabilísimo por lo que significa de debilidad del ¿Estado? mexicano, por la burla que implica dentro y fuera de las fronteras, por el gran inconmensurable de corrupción que revela. Sólo eso.
Abrazos
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¡Ojalá lo «chapen» (atrapen , en peruano) al «Chapo» ya mismo!
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OJalá, pero está todo tan descompuestito que ni siquiera eso compondría los ánimos,
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Es terrible lo que sucedió. No es el pri, peña nieto etc… es al país.
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Uno que se duele y enoja muchísimo, Rubén.
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Cuando la realidad rebasa, bien puede apelarse a la ironía y al buen sentido del humor.
Abracitos
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Digamos que no nos dejan muchas salidas más que intentar reírnos.
Un abrazo, Mariel
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