
Una vez más, Bogotá me sedujo sin miramientos. Qué cosa de humor tiene esta gente fantástica.
Además de las arepas, el mojito de lulo y la uchuva (deliciosa fruta, que a la vista parece un tomate cherry), de la fiesta imparable y de su vida intensa, confirmo que lo mejor de la capital colombiana es la risa de su gente. Y no hablo sólo de mis amigos, Andrés y Natalia, que por deformación personal encuentro entrañables, brillantes, gente por la que valdría la pena atravesar el océano, sino del bogotano en general. La mesera del bar, por ejemplo, con su meneo distraído. O Camilo Fidel, el graffitero bacano (localismo para referirse a alguien bueno, valioso), que no perdió las anécdotas entre el aguerrido tráfico bogotano. O el grupo de chicos que se llenaban la boca de carcajadas en el emblemático restaurante-bar Andrés Carne de Res y a la menor provocación comenzaron a bailar, para ya no dar tregua a la comida, el alcohol y la rumba. Y es que ese rasgo tan de aquí me fascina. No se me olvida cómo durante el pasado Mundial de Futbol me reuní en el D.F. con amigos de Medellín para ver el partido Colombia-Brasil, que terminó con el triunfo carioca. Mucha decepción, mucha decepción, pero a los cinco minutos alguien puso vallenatos, entre todos movieron las mesas y acabaron haciendo lo que mejor saben hacer: bailar, reírse, disfrutar. Lo hacen tan sin esfuerzo que no hay forma de evitar el contagio.
Para celebrar el buen humor colombiano, aquí va un cartón de Picho y Pucho y Pucheros, publicado en la edición de agosto de la revista colombiana SoHo o, lo que es lo mismo, la madre de todas las revistas #PerdonenElExabrupto. Buen #LunesDeMonos.
Además de los senos, se ha puesto un coseno 😆 😆 😆
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Excelente selección pero leyendo lso atributos de la gente de allá. hay un parecido con la gente costeña… besos y rosas.
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Sí, sin duda Colombia es muy caribeña…. =)
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