
No se me hubiera ocurrido agradecer así a este par mío que padece callos y juanetes, pero una exbailarina a quien admiro lo hizo y se lo copio.
Ella, Solange, se refiere a su carrera. Yo lo comparto desde mi vida diaria: «[mis pies] fueron mi alfabeto, mi voz. Hablaron por mí y por todos los personajes que encarné con devoción. Soportaron mi rabia y mi coraje, pero también mi amor y mi ternura, las fatigas y los vuelos, las exaltaciones y las depresiones, al igual que los pisos de madera, de cemento o de linóleo, las astillas y los orificios, los declives y los temblores, la mugre».
-Solange Lebourges, Lo bailado nadie me lo quita (Conaculta)