
«¿Cómo es una buena biblioteca? Para mí es una colección personal, curada y única, una colección de libros que representan a quien los ha ido adquiriendo y cuidando», sostiene Ausbert de Arce, representante en México de la editorial italiana Rizzoli, entrevistado por La revista (mayo 2013). Me hace sentido su respuesta. Estoy convencida de que los libros lo hacen a uno, lo construyen por dentro, de manera que lo que alguien ha leído revela mucho sobre esa persona. Lo decía el archicitado Borges: «Que otros se jacten de las páginas que han escrito, yo me jacto de las que he leído». Yo hablo mucho sobre mis libros. Me pregunto cuántas cosas dirán ellos de mí.
Si me permites el apunte, tengo dos: una en propiedad y otra procedente de las bibliotecas públicas que sólo guardo en la memoria, tan limitada y a la vez tan invisible. Si existiese, me gustaría leer algún día el registro de préstamo de mi biblioteca pública, creo que me llevaría algunas sorpresas.
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Qué gran idea tienes! Por desgracia, sólo acudí de manera frecuente a las bibliotecas en mis años universitarios, tanto de licenciatura como de maestría. Después sólo he visitado por placer, no para retirar libros, la Nacional y la Samuel Ramos de la Facultad de Filosofía y Letras (ambas de la UNAM), la del Museo Franz Mayer y alguna otra. Sin embargo, estoy segura de que sería muy interesante (para mí, claro, para nadie más) echar ojo a mis registros de préstamo de esos años de juventud. Vaya, me acabas de picar la curiosidad…
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Santiago, un gran punto. Siempre he alternado las dos cosas. Hace una semana, el último préstamo: tres volúmenes, historia. Mis asociaciones libres: la mayor parte de lo que me interesa no está en la red. Creo, como Wenders, que las bibliotecas están habitadas por ángeles.
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Los envidio profundamente, entre que en México hay muy pocas bibliotecas públicas decorosas y que mi bien más escaso es el tiempo, no son un recurso del que eche mano… pero me encantaría hacerlo.
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Y a veces por duendes que cambian los libros de su lugar apropiado para desesperación de los lectores. 🙂
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Perdónalos, son duendes lectores que se olvidan dónde dejaron el volumen que leyeron anoche y toman otro…
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Hace poco comenté sobre un libro que me sacudió hasta la raíz y me imagino que a cualquiera que lo haya leído. Pa’ no reciclar el comentario, con tu permiso, Danioska: http://23joechip.wordpress.com/2013/07/04/enis-batur-las-bibliotecas-de-dedalo/
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Gracias por la recomendación! Hay taaaanto que me falta por leer que a veces (lo confieso) me da la tentación de encerrarme a mi casa al menos unos tres años y no hacer nada más que leer. Me acuerdo de un profesor de la universidad, que el primer día de clases en la licenciatura en Letras nos dijo: «Ustedes vienen a estudiar Letras porque seguramente aman leer y conocen a algunos autores. Muy bien. Durante cuatro años van a leer mucho, muchísimo, como nunca. Lo mejor que les puede pasar es que cuando terminen la licenciatura salgan de aquí diciendo: ‘No he leído nada'». No sólo me pasó sino que me sigue pasando…
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¡Cuánta razón tu profesor! Y si no fuera porque «me repugna la idea de un club que me acepte como miembro» te diría que formáramos uno. 🙂
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Sí, es un hombre muy sabio. Tengo la fortuna de que hoy somos amigos. Podríamos hacer el club y ponerle por nombre «El espacio de los Grouchos», ¿qué tal?
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yo tengo mi biblioteca personal clasificada por idiomas, función y tamaños. Es decir, los diccionarios por un lado, los cómics por otro, las novelas en inglés en sus estantes separados de las novelas en español…
Si mis libros hablaran, me llamarían MANIÁTICA :____D
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U ordenada! Qué te digo, yo voy por ahí. Los tengo por género (narrativa por un lado, ensayo por otro y poesía por otro), y dentro de esos apartados, los divido por nacionalidad. Lo cierto es que me permite encontrar el que busco con relativa facilidad.
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Exacto!!! 😀
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Algunas manías son útiles…
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Oh a mi me gustaría visitar de nuevo los libros que leía en la biblioteca a la que mi madre nos llevaba a mi y a mi hermano cuando éramos chicos. Era apenas una niña y había unos libros hermosos a los que podías meterles los dedos literalmente jaja y jugar a que eran las orejas de un conejo o las piernas de un niño jaja. Buenos recuerdos de mi primera ‘biblioteca’.
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Yo no tuve de esos cuando niña, pero sí le compré varios similares a mi hija cuando era pequeña, en especial recuerdo unos de Taro Gomi, publicados por el Fondo de Cultura Económica. En fin, qué ricos recuerdos de esas primeras lecturas!
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Oh que bueno que aún existen. Espero sigan cuando tenga a mis hijos. Si, grandes recuerdos!
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Un abrazo…
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Ah, qué entrada más bonita. Amamos tanto a nuestras bibliotecas. La mía tapiza del piso al techo las cuatro paredes de la habitación en la que escribo ahora mismo. He leído el 85 % más o menos. No reniego de casi ninguno, aunque haya algunos que me gustan poco. Cuando los compré fue por algo y me hizo feliz la llegada de ese nuevo amigo. Como en la vida, hubo decepciones. Algunos fueron un descubrimiento fabuloso, inimaginable y ahí están brillando como estrellas junto a los demás. Otros han pedido la cercanía de sus hermanos y así he ido juntando toda la obra de varios autores/as. He tenido suerte, pocas veces he abandonado la lectura (alguna vez…, sí). Pero lo mejor es que ésta es mi habitación preferida, donde me siento más cómodo. Estas paredes son escudo protector, pero cuidado, pueden convertirse también en aislante total y eso no sería bueno. Como siempre la justa medida es lo más sabio. Totalmente de acuerdo pues, con lo que dices arriba. Mi tendencia natural es curiosa y variada, conviven en mis estantes profundos ensayos y soberanas tonterías entretenidas, dramas y comedias, sesuda historia y liviana crónica…, como yo…, como la vida.
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Qué bien lo dices: así de plural es la vida (y creo que debemos pelear para que siga siendo).
Yo los tengo repartidos por la casa: en la mesa de noche están los tres o cuatro que estoy leyendo al momento y en mi cuarto hay un par de estantes repletos con los que pienso abordar pronto. Los ya leídos esperan relectura en el estudio y en un pasillo, en cuatro libreros grandes. Además, hay libros y revistas en la sala, en el baño, por todos lados. Tengo unos amigos, académicos de Letras ambos, que literalmente tuvieron que rentar el departamento de junto a ellos porque los libros ya se desbordaban. Me parece una historia hermosa!
Abrazo…
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La biblioteca, mi biblioteca es una de esas pocas vanidades que me permito.
Su extensión y su cantidad de títulos, unos tan bellos, otros tan ricos me cautivan y motivan. Más allá de la lectura, es una pasión por los libros precisamente; los libros y lo que simbolizan.
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…pasión que a veces se convierte en delicioso vicio. Sí, los libros son mi adicción más disfrutable, más querida, la que me hace más humana (y a la que no pienso renunciar).
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