¿Quién me quita lo fiesteado?

Foto: Margaret Metcalfe
Foto: Margaret Metcalfe

Tras noches y días de fiesta, de amor y mezcal, picante, excesos y desvelos poco habituales, toca volver a la rutina cotidiana. Feliz aunque un poco apaleada, recuerdo esta breve cita y confirmo que la pregunta no necesita respuesta:

«Se dice, y con razón, que al Renacimiento le dio por ‘gozar el instante’. Carpe diem le llamaban los antiguos romanos […] Se trata de sacarle ganancia, lustre a la vida. […] El deleite se multiplica en el vino, la comida y el dinero. Cantarle, pues, las mañanitas a los cinco sentidos. Todo lo que puede ofrecer la vida, y no es poco, al oído, al gusto, al olfato, a la vista y al tacto. […] Olvidarse de la muerte, poner entre paréntesis al más allá. Los dichos mexicanos se hacen eco de esta propuesta cuando afirman, muy quitados de la pena, ‘el muerto al hoyo y el vivo, al bollo’, cuando se guiña un ojo al decir ‘si se lo han de comer los gusanos, que lo gocen los humanos’ o cuando invitan en sinécdoque que abarca el todo: ‘a darle, que es mole de olla’. Al resumir una vida, bien puede ponerse en el haber de la lápida: ‘¿Quién me quita lo bailado?'». -Carmen Galindo, «Carpe diem a la mexicana», El lenguaje se divierte (Biblioteca del ISSSTE).

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

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