Con quién decidí casarme

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«¿Por qué permite que le haga sufrir así? […] Escuche, Wilhelm, se lo digo por su bien. Se lo repito: no se case con el sufrimiento. Algunos lo hacen. Se casan con él, y duermen y comen con él, como marido y mujer. Si se encuentran con la alegría creen que cometen adulterio». -Saul Bellow, Carpe diem (Galaxia Gutenberg/ Editorial Colofón).

Casi al final de la cruda novela de Bellow encuentro este pasaje. Lo leo, lo releo, lo subrayo. En un murmullo lo repito, dejo que se acendre en mi boca su amargor. Sí, conozco gente que se ha atado al dolor y no quiere soltarlo, por miedo a cometer traición. Yo no. Hace mucho me casé con la vida, con la luz y me mantengo fiel a esa unión. El sufrimiento viene a veces de visita, más que amante es un pariente lejano al que hay que recibir, cederle un cuarto, servirle de comer. Descoloca a todos en casa pero enseña cosas. Eso sí: después de un tiempo, corto o largo, debe irse. Entonces la alegría se reinstala en casa.

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

3 comentarios sobre “Con quién decidí casarme

  1. «Si se encuentran con la alegría creen que cometen adulterio.» Brillante. Al final me arrancó una sonrisa; pero el texto es cualquier cosa menos gracioso. Es muy cierto lo que dice Bellow, y algunos, si bien no están casados, llevan bastante tiempo noviando.

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  2. Y así debe ser, Julia. Sufrir es señal de que estamos vivos, igual que demostrar nuestra felicidad cuando la sentimos. El problema es que hay personas que hacen del sufrimiento su razón de ser. Es la manera como se sienten «importantes», como son visibles para el resto de personas, y no sabrían qué hacer lejos del dolor. Por mi experiencia personal, suelen ser algo parecido a vampiros energéticos, es decir, que chupan la energía de quienes les rodean, así que procuro rehuirlos. Desde luego, excluyo del grupo a quienes, atrapados en conflictos inhumanos, ni se plantean que exista algo diferente al sufrimiento continuo. Un abrazo!

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    1. Conozco a varios que se casaron con el papel de mártires contemporáneos, héroes de dolor, y piden aplausos a cada nueva hazaña sufriente. A esos nefastos me refiero, por supuesto. Qué bueno que haces el matiz.
      Un abrazo fuerte.

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