El suicidio de L’Wren Scott, diseñadora de moda y novia del Rolling Stone mayor, llamó la atención internacional en días pasados. Su caso genera morbo, tanto por su relación con Jagger como por sumar otra famosa que se quita la vida. Pero más allá de ello, sin duda interesa por ser una historia humana: hace pensar qué la empujó a matarse, qué pasó por su mente el último día.
En otro orden de ideas, hoy en los portales de diarios mundiales se lee qué pasó con el avión malasio, en qué va el lío de faldas de François Hollande y si Pistorius en efecto mató a su novia por celos. Es decir, historias de personas. En los periódicos de México sucede otro tanto: destaca el aniversario del asesinato del candidato presidencial Colosio (con sus muchas aristas), la familia de Tamaulipas que busca un corazón para salvar la vida de su bebé, la agresión al policía en Jalisco. Son noticias que tienen ángulos políticos, criminales, sociales pero, sobre todo, en las que hay personas detrás. Lo conecto con esta cita: «Para que el suceso más trivial se convierta en aventura es necesario y suficiente contarlo. Esto es lo que engaña a la gente: el hombre es siempre un narrador de historias; vive rodeado de sus historias y de las ajenas, ve a través de ellas todo lo que sucede, y trata de vivir su vida como si la contara», dice Diego Erlan que dice Antoine Roquentin (revista Ñ, 8 febrero 2014).
Somos seres de historias, nos caminan bajo la piel, a partir de ellas entendemos el mundo y conectamos con los demás. Por eso la literatura y el periodismo resultan esenciales: permiten atisbar en lo que pasa con otros, similares a nos-otros.
Leer sobre personas siempre nos atrae, unas veces para sentirnos más afortunados porque no somos las víctimas, otras para comprobar que el tener cosas no hace más felices a las personas…, otras veces, simplemente, para sentirnos vivos. Un abrazo.
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Sí, saber sobre otros nos contrasta, nos hace sus aliados u opositores, nos mueve fibras internas…
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De cualquier modo nos acercamos a sus propias historias y les humanizan cuando por lo general los vemos tan lejanos que nos parecen irreales…
Muchos besos muchas alas
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Al final resulta que todos somos muy iguales, con ropa de diseñador o en harapos. Las historias nos lo recuerdan de manera evidente.
Saludos
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Veo, detrás de todo el drama de primera plana, una buena noticia (que es la que me interesa a mí en particular): si los hombres necesitan de historias o viven de historias, tenemos el futuro de la literatura asegurado. Los famosos de primera plana pasan y pasarán, al igual que los ignotos que nunca apareceremos en ella. Pero los libros permanecerán. Y está bien. lamento no estar aquí para seguir leyendo, pero me me satisface saber que los que sí estén van a seguir los derroteros de las historias bien contadas.
Siempre dibujas sonrisas en el momento adecuado. Merci beaucoup.
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Me gusta mucho la proyección que haces a partir del post: en efecto, creo que la literatura y el «buen» periodismo tienen el futuro asegurado. Hombres y mujeres no nos cansaremos de escuchar historias de otros, al menos no por los próximos milenios. Al final somos animales de costumbres, ya se sabe…
Gracias por tu lectura que siempre enriquece.
Abrazote
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