
3 p.m. Bogotá, Colombia.
Estoy en este suelo que me encanta. No quepo de felicidad.
Apenas aterricé en Bogotá empecé a salivar. Dicen que todo gusto es aprendido, que ninguno es genético. Debe ser así. Lo cierto es que se ve que mis clases de amor por la bandera amarilla han sido intensas e intensivas, porque los sabores de por acá me gustan cada vez más.
Aventé las maletas en mi cuarto del Hotel W Bogotá, el top de lo top y con una vista bellísima. Desde el piso 9 tengo la característica imagen de la ciudad, casi toda de color ladrillo y coronada por un cielo que sólo se ve aquí, cuajado de nubes. De inmediato bajé a comer con Raquel, periodista española y compañera de viaje, al restaurante Market Kitchen del hotel. Nos moríamos de hambre. Y yo, además, de antojo. Pedí de inmediato un mojito de lulo, esa fruta amarilla que solamente he probado aquí. Me encanta la mezcla del dulce lulo con la hierbabuena. Y mientras Raquel y yo vamos tejiendo una cálida conversación y una incipiente amistad, yo me regalo un ajíaco típico, especie de sopa espesa preparada con pollo, elote, distintas variedades de papa y hierbas, a la que se le añade aguacate y alcaparras, entre otras cosas. Es una maravilla.
De postre, el mesero-que-es-todo-sonrisas nos consigue un plato de frutas locales (foto abajo). Ambas celebramos el detalle. Aquí va la explicación, en el sentido de las manecillas del reloj: adentro de esas como flores está la uchuva (parece un tomate cherry, pero es muy dulce), luego la pitahaya (muy similar a las que he comido en México), lo que aquí llaman higos (amarillos y de sabor casi idéntico al de la tuna mexicana) y, al centro, la granada (que en México conocemos como «granada china»). Riquísimas.
Para la inteligente Raquel, que por primera vez viene a este país, las frutas son toda una revelación. Para mí, esta primera comida del viaje es el bautismo que me confirma que sí: estoy en la bacana Colombia. Qué más.



Vaya viajecito! !!, buena habitación, buena comida. Q lo paséis muy bien. Bs
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Un lujo todo ello.
Besos
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He visitado Bogotá en varias ocasiones y siempre me han tratado con mucha amabilidad. Guardo muy buenos recuerdos. Ya me gustaría a mi tomarme ahora mismo un mojito como ese. Feliz viaje!.
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Son una maravilla estos colombianos!!
Un abrazo
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Cuando finalmente me conceda ese viaje, largo y paladear, por Latinoamérica serás mi Virgilia, que lo sepas. A pasárselo bomba.
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Nada podrá ser más honroso para mí, de verdad. Un abrazo mientras los astros se acomodan.
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Si te cuento en secreto que me hiciste salivar…. besos y rosas.
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Perdón… ¿o debería decir: «qué alegría»?
Abrazos
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Cuando un escritor es capaz de producir emociones, sensaciones, el salivar es una de ellas, pues es sensitiva y excelente la prosa. asi que felicitaciones. besos y rosas
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=)
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