Llevo cuerpo adentro una orfandad, algún bramido. No sólo la indefensión de perder a mi padre apenas cumplí los 17, sino las de ausencias que me dejaron la guardia fracturada.
La poeta venezolana Karla Castro (1985) parece saber de lo que hablo, creo que me ha oído en noches de llanto indefinido. Hoy, #MiércolesDePoesía, saboreo estos versos de su libro Tiempo Añil (Oscar Todtmann editores), que me hizo llegar mi querido Marlo Ovalles. Sirvan para palabrear el hueco que se lleva a cuestas, el que no dejamos de buscar y algunos llaman “casa”.
Homeless
“Mi casa
no aparece en los mapas de Google
nadie sabe cómo llegar
Esta casa juega conmigo a la gallinita ciega
esconde la ropa mueve las paredes
pierde las llaves
Es un feudo que se resiste
me odia
confina a esta grulla a no tener nido”.
