Continuando con lo iniciado ayer (postear reflexiones/citas en torno al arte de leer), aquí un fragmento de Auster: leer es parecido a una droga, a un estimulante poderosísimo. Lo suscribo.
“Leer era mi válvula de escape, mi desahogo y mi consuelo, mi estimulante preferido: leer por puro placer, por la hermosa quietud que te envuelve cuando resuenan en la cabeza las palabras de un autor”.
Paul Auster, Brooklyn Follies, Anagrama


y qué diferente puede ser un mismo libro para personas diferentes!… es increíble como la personalidad de cada cuál ve y siente las mismas letras de modo diferente y enriquecedor… por cierto, no sé si has leído «el perfume. hsitoria de un asesino»… no recuerdo el autor pero es un aobra muy conocida que incluso tiene una versión fílmica… pues al principio uno literalmente «huele» el mercado donde nace grenouille… uno leyendo siente los olores…
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Lo leí hace algunos años, es de Patrick Suskind, extraordinario y sí, coincido en que uno puede «oler» cada detalle!
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hola. Es que Paul Auster es muy grande, el último que he leído: Invisible
Te lo recomiendo, si aún no lo leiste. Un abrazo.
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No lo he leído, lo buscaré. Gracias por la recomendación y sobre todo por pasar por aquí. Saludos…
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Bueno, hace unos días te dije algo al respecto aunque, quizá, lo mío fue más literal: usé a la literatura como una droga real; la usé para escaparme de la realidad, como un sucedáneo del opio o algo similar. En cuanto a usarla como una droga «virtual», no hay nada que se le compare (salvo, claro está, otra forma de arte).
Auster es alguien que me gusta bastante, aunque me parece algo desparejo. El Palacio de la Luna me parece una novela magnífica, brillante (fue lo primero que leí de él). La famosa Trilogía de New York me gustó, pero no es como para que lo consideren lo mejor de él (cosa que ocurrió el año pasado si no me equivoco). La música del azar… no es pa´tanto. Leviatán es otro que está bastante bien.
Lo bueno de estas drogas es que uno nunca puede sufrir una sobredosis.
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No soy particularmente asidua a Auster, he leído la citada Brooklyn Follies y alguna otra que después regalé porque no logré «darle golpe» (en mexicano: inhalar el humo del cigarro hasta los pulmones). En cuanto a la droga de la lectura, creo que a veces sí puede haber sobredosis, aunque no tan perjudiciales como las de los estupefacientes: conozco gente que no se interesa ni un poco por la persona que tiene junto, que es incapaz de establecer ningún tipo de relación humana, que es hostil y grosera con todo semejante pero se la pasa encerrada leyendo. Creo que eso es una sobredosis…
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Pues no había pensado en esos desagradables efectos secundarios. Espero no haber sido nunca uno de esos, aunque nunca se sabe (además ya es tarde para preguntar).
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