Por cortesía de Eugenio Montale, una poderosa cátedra de dinamita en pocas líneas:
«Tal vez una mañana, andando en un aire de vidrio,
árido, al volverme veré cumplirse el milagro:
la nada a mis espaldas, el vacío detrás
de mí, con un terror de borracho.
Luego, como en una pantalla, acamparán de pronto
árboles, casas y cerros para el consabido engaño.
Pero será muy tarde, y me iré silencioso
entre los hombres que no se vuelven, con mi secreto».
Eugenio Montale. Poesía Moderna 165, Material de Lectura, UNAM (traducción de Guillermo Fernández)
Ojalá todos podamos irnos con tanta altura y tanta belleza en la boca.
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Coincido contigo: oj-alá (es decir, «quiera Alá» o la deidad a la que queramos invocar)
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¿Pero es que además de un culto deberemos crear una nueva etimología? «Ojjulio que…» No suena muy bien, pero quizá sea la falta de costumbre.
De todos modos, volviendo al punto, esperemos que así sea. Sin duda, si seguimos incursionando por ese mundillo del budismo y de la creación artística tengo la firme sospecha de si no lo conseguimos vamos a estar muy, pero que muy cerca.
Cariños.
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Por supuesto, si estamos ya casi ahí… (¿o no?)
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Gracias por compartir este poema tan bello.
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Qué bueno que te gustara, en efecto me parece una maravilla. Gracias por pasar por aquí. Abrazo
Enviado desde mi iPhone
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siempre me ha gustado el sonido que se encierra en un: Tal vez, siempre
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Y si esas palabras las usa Montale, hace todo un edificio sonoro con ellas!
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imagino que también de ti debe salir una construcción hermosa, sino un edificio sonoro, si un peine del viento que le da su musicalidad
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