«El museo, como lugar público, ha dejado de tener poder como legitimador de una obra. Esta legitimación se produce ahora por la acción del mercado […] Todos somos un poco culpables de un sistema que convierte a los historiadores y comisarios en emprendedores, a los artistas en marcas y al lector-espectador en un consumidor».
-Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, en Madrid, entrevistado por Ñ (6 de abril de 2013).
Algo similar aplica a los escritores: son marcas exitosas (y publicables) en la medida en la que vendan miles de ejemplares, sin importar su calidad. Eso implica que se pierdan en el camino muchas enormes plumas, que hoy no venden pero serán valoradas en décadas. Pero así como esa variable actual es negativa, la democratización de los medios ofrece esperanza: a través de editoriales independientes, de sistemas de autopublicación o de redes sociales, están dándose a conocer autores que mañana serán clásicos.
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Gracias por el reblog!!
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Es cierto; esa maldita tendencia al «bestseller», a la venta de la «cccsima» edición, de la consagración del tema más actual y del artista-escritor más mediático, que generalmente no lleva aparejado la calidad equivalente; y luego para colmo la problemática de las tendencias tendenciosas; y no hablemos de los jurados de concursos literarios. Por ello, habitualmente leo a los clásicos. Ellos están ya por encima de todo esto. Y así yo también.
Un abrazo,
Rafael
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Un tiempo hice igual: sólo leía clásicos y lo pasé muy bien. Ahora voy buscando a los nuevos escritores (los no-mediáticos) y tb lo disfruto. Para mí el balance ideal es un pocose ambos polos…
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Quizás tengas razón con tu método, pero es que nuestro tiempo es tan limitado y hay tanto tan reconocidamente bueno que leer, que pensar en bucear en los miles y miles de libros que se publican al año para descubrir a lo nuevo-bueno me resulta descorazonador. Por otra parte reconozco que no es lo más inteligente si quiero potenciar a la nueva savia que serán los futuros clásicos de mis nietos. Pero en fin, a esta alturas, no me preocupa la contradicción.
Aunque, bien considerado, la verdad es que no me costaría adelantar unas décadas acá mi línea de clásicos. Probaré y te cuento… =)
Abrazos,
Rafael
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Je, me gusta tu experimento. Ya me dirás cómo te va…
Abrazo
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Pasa en todo, pasa hasta en la tele, pero al final el boca a boca hace su función, unos logran el éxito, otros logran ser mitos.
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Ojalá siempre funcionara la publicidad de boca en boca, pero creo que en muchos casos se perdieron talentos monumentales que no tuvieron una buena labor de relaciones públicas. En fin, en unas décadas veremos si es verdad que la democratización de los medios ayuda por ese lado, que de lo que tenemos certeza es de lo que jode.
Abrazo
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pasa también con otras artes, no solo con la literatura… con el cine es igual, mucho buen cine casi ni se distribuye pero como bien afirmas siempre está lo alternativo, en mi país, como hemos hablado otras veces, la falta de conexión masiva a internet hace que la gente se pase las cosas de mano en mano, de memoria flash en memoria flash… y si bien mucha basura camina así, también muchas cosas buenas lo hacen… saludos…
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Sí, la tecnología permite diseminar lo que vale la pena, sin tener que esperar que las grandes corporaciones le den su aval. Lo que comentas del cine es cierto, igual ocurre con el teatro, con la danza, con la plástica. En fin, la esperanza es que al final, una vez que se agite el vaso y se deje reposar, lo que el tiempo deje en el fondo sea realmente valioso.
Abrazo
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