Abrazos y calorcito sellan mis primeros minutos en la ciudad de Guatemala. Mi pareja me encuentra en el aeropuerto, mi familia guatemalteca nos busca para comer. De todos los lugares del mundo, hoy no querría estar en ningún otro. Entre novedades, plática y recuerdos se va la comida. Luego, caminar un poco nos lleva a toparnos con una señora librería. Juro que yo no la busqué. Felicidad total.
Me acerco al librero que se ve más avispado y le pido me recomiende autores locales (sólo conozco a Asturias y Monterroso). Saca poesía de Carolina Escobar y Ana Maria Rodas, una novela de Rodrigo Salazar y un libro de cuentos de Denise Phe-Funchal. Pícaro, añade: «Y ahí está Denise, así que se lo puede firmar». Pregunta cómo me llamo y dice llamarse Wellington. «Ya no somos desconocidos, así que vamos y yo se la presento». En la foto que ilustra este post estoy con ella, autografiando su libro que inicia con este epígrafe: «La gente es rara. Nunca he podido acostumbrarme a la idea de que también soy gente, y que a lo mejor confunda mi propia muerte con otra cosa» (Rafael Menjívar). Buen texto, augurio de los días por venir.
Sin duda fue un precioso momento.
Esos instantes son bastante alentadores e inspiradores, que se cumpla tu augurio.
Me gustaMe gusta
Gracias, todo va pintando muy bien!!
Me gustaMe gusta
¡Mazel tov!
Me gustaMe gusta
Como dicen aquí: Qué alegre!!
Me gustaMe gusta
Encantadora anécdota, de esas que vale la pena atesorar. La música del azar, diría Auster.
Me gustaMe gusta
De azar en azar y de magia en magia se va construyendo la vida (por Fortuna).
Abrazo
Me gustaMe gusta
eres la que esta sentada con cala malhumorada o la que esta de pie asi 🙂
Me gustaMe gusta
Jeje, adivina!!
Me gustaMe gusta
me imagino que es la que sonrie, tiene mas pinta de turista que la otra.
Me gustaMe gusta
=)
Me gustaMe gusta