
Este extraordinario cartón de Tute me parece ciertísimo y me deja pensando mucho, tanto que estoy a punto de llegar a conclusiones interesantes y profundas, pero ellas corren más rápido que yo. Lo siento.
Y un poquito más adentro
Este extraordinario cartón de Tute me parece ciertísimo y me deja pensando mucho, tanto que estoy a punto de llegar a conclusiones interesantes y profundas, pero ellas corren más rápido que yo. Lo siento.
Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia. Ver más entradas
Buenísimo.
Y como dices, da para reflexiones profundas, retiro espiritual incluido 🙂
Lo triste es ver, la de gente que hacen de la fachada todo cuanto son y cambian lo de fuera, esperando que automáticamente lo de dentro se transforme en algo igual de hermoso.
Los feos dicen que la belleza es interior.
Los guapos dicen que el exterior es el reflejo del interior.
Realmente todos creen que el interior, por no ser fotográfico, ni verse en un espejo, es lo mejor que tienen. Pero somos seres inseguros.
Me quedo pensando en esa frase de Rumí: “Cuando te miras en un espejo y no ves a nadie has alcanzado la perfección.”
Saludos.
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Es muy honda la frase que compartes, Mitomago, casi un tratado de budismo zen sobre la supresión del ego. Y en cuanto a esa valoración del interior, sí, sin duda es lo mejor de nosotros pero a veces no nos reconocemos en él, como el personaje de Tute que tanta gracia me hizo. Además me recordó otro cartón argentino, éste de Quino, en el que Susanita está hablando (creo que con Mafalda) sobre una cirugía y dice algo como «Dios mío, y yo sin un poco de maquillaje por dentro». Es el mismo concepto: en Occidente estamos acostumbrados a identificarnos con lo más frágil y cambiante que tenemos, es decir, la apariencia física. En cambio, la sabiduría oriental sabe que el interior es lo más perdurable y cierto. Haríamos tanto bien en aprender de ellos…
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No pasa nada; pero igual un día -si persistes- las alcanzas; en todo caso desarrollarás alguna condición colateral. Mi buen saludo y abrazo, Nadioska.
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Me gusta la idea de esa condición colateral. Me sumo a ella.
Abrazo fuerte
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Todo tiene su transferencia, sus derrames a plazo…
Que te resulten maravillosos, Daniosca!
El mío, sumando lo posible. Buen fin de día.
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Bueno para ti también… =)
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Me has dejado mirándome, repaso mis perfiles, reviso mis sombras y no descifro la carta del tute al que pertenezco. Tampoco las manos invisibles que me barajan.
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Esas manos invisibles son las que los demás vemos, menos tú, las mismas que para ti son tan obvias en mi caso y yo no empiezo siquiera a descifrar.
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Yo casi lo diría al revés, dado lo rápido que pasa el tiempo por nuestro cuerpo y tan lento por nuestro cerebro -sólo ponte delante del espejo y mira al interior de tus ojos- : «Físicamente no me parezco casi nada a mí, pero por dentro todo lo contrario.»
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Interesante esa visión, innovadora y rompedora. Al final, muy cierta.
Abrazo
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Esa diferenciación entre interior y exterior muchas veces puede ser hasta aconsejable, para poder pasear por las calles y no darle a uno miedo mirar a los transeúntes. ¿Retrato de Dorian Grey? ¡No, gracias! 😉
Un abrazo.
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Buena imagen, je. Me imaginé andando por la calle y viendo esqueletos cubiertos de carne y músculo, yo misma igual.
Abrazote
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Pues una frase que digo siempre (y que dejé en Twitter hace unas semanas) es «Lo que hay fuera de mí es una mala copia de lo que dentro de mí». Habría que ver en cada caso particular qué sería lo más conveniente; si el interior debería tomar nota del exterior o viceversa.
Abrazo.
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Ups, no sé qué contestar: insisto en que no me reconozco mucho en mis vísceras, tripas y huesos, pero al mismo tiempo los siento más auténticos que mi cara (de entrada, ninguno de ellos lleva maquillaje).
Seguiré pensando…
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Usté quédese como está. ¿OK? No modifique nada que donde no hay nada que arreglar, meter mano es para hacer lío.
Abrazo.
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Ok, Ok, hago caso. =)
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¿será por tantos milenios de empeñarnos en dividir cuerpo/alma?
es muy certero tute. y lo disfruto mucho.
abrazote
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En dividirlos y, sin duda, en quedarnos con la peor parte, Nélida querida: el cuerpo como asiento del pecado, el alma (esa intangible) como mitad redentora. El asunto es que por herencia cultural vivimos flagelando a ese pecaminoso. No sorprende, por eso, el mensaje de castigo corporal a través de cirugías, desórdenes alimenticios (anorexia y obesidad entre ellos), demanda excesiva de estar en forma. Algún antropólogo decía que la exigencia de esbeltez es el correspondiente actual del corsé del siglo XIX.
Me desvié, perdón.
Un abrazo
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Este ilustre dibujante es, por lo que se ve, un psicólogo de la escuela de C.G. Jung.
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Tiene hondura y postura, además de ojo crítico, pero vuelca todo en un lenguaje visual fresco y divertido que a nadie pesa.
Saludos
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Muy bueno! Si es que…nada que ver…
Besotes enormes Danioska
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Beso muy grande para ti, desde orillas del Bósforo
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