Té sabor melancolía en Estambul (Crónicas desde Turquía 2)

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Foto: Julia Santibáñez

En la tarde holgazana camino las calles adoquinadas del centro de Estambul. A lo lejos se adivina el Bósforo, ese río que parece mar y que de un lado tiene a Europa y del otro, a Asia. Cómo no considerarlo ombligo del mundo. A mi lado, letreros incomprensibles refuerzan la sensación de extranjería, que en el fondo me gusta. La lengua turca es por completo ajena a las que conozco, escrita con símbolos distintos y llena de diéresis, a veces varios como en «Müdürlügü» (que significa «dirección»).

Frente a un puesto de tés a granel, quien más me quiere y yo nos detenemos a tomar una taza de té de frutas. Es una delicia total. Mientras, recuerdo que según Orhan Pamuk en Estambul. Ciudad y recuerdos (DeBolsillo), las calles de la ciudad «[respiran] opresión, pobreza y amargura», fruto del dolor por la caída del imperio otomano, en 1918. No puedo decir que perciba amargura, pero sí melancolía. Todo remite a esa época de esplendor, en especial los principales sitios turísticos, desde Santa Sofía pasando por la Mezquita Azul y el Palacio de Topkapi, ecos de capital imperial. A ratos parece que el cuello se tuerce de tanto mirar ese ayer desmesurado. Sin embargo, este té de melancolía acompañado de dulces típicos me asienta en el hoy de esta ciudad dual.

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Foto: Julia Santibáñez

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

18 comentarios sobre “Té sabor melancolía en Estambul (Crónicas desde Turquía 2)

  1. Las porciones de dulces han sido necesarias a mi vista para quitar el sabor amargo de mi boca, deshacer el nudo en la garganta y que adquiera tintes de melancolía. Me haces poner los ojos soñadores. 🙂 Un beso y un brindis con té.

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    1. Yo soy la más feliz del acompañamiento, queridísima Libelia. Narrar el viaje es, de verdad, un placer. Y como dijo Auster: La memoria es el lugar donde todo pasa por segunda vez.
      Muchísimos…

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    1. Muchas civilizaciones e imperios, así mismo, demiannicolas, una tierra que guarda una historia en cada piedra.
      Gracias por el recibimiento y por pasar por aquí, un placer estar de regreso

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  2. Veo casi el nacer de una gran crónica y un cierto aparato interior se me altera: unos ciertos recuerdos, no sobre un país tan singular, pero sobre otro también importante y muy ameno aparecen.
    Las especias y comidas, el té, el café, la dulcería… dejan su huella, sí…
    Bien: seguiré en la atención a tus letras y observaciones, y del aporte fotográfico.
    Un abrazo, con té.

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    1. Pequeñas cosas como las que mencionas dejan honda huella, qué duda cabe, porque apelan a todos sentidos que conocemos y a los que vamos descubriendo. Me encanta saber que la breve narración y las fotos te remitieron a experiencias tuyas, agradables también.
      Abrazo dulce, como el fantástico té de manzana turco

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