Independientemente de todo, no deja de llamar la atención que tenga menos de 15 años, según ella misma refiere en el capítulo 44, y se diga enamorada de don Quijote, que frisa los 50 años. Algún eco resuena para cualquier lector de Lolita, de Vladimir Nabokov, publicada en 1955. Como Borges tuvo a bien apuntar en su citadísimo ensayo «Kafka y sus precursores»: «El hecho es que cada escritor crea sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro». Así, de no haber escrito Nabokov su novela quizá no notaríamos la edad de Altisidora, pero existiendo Lolita, de inmediato salta la relación. El siguiente texto iluminador me lo comparte Alma Delia Murillo, escritora de a de veras y querida mía de las entretelas; es de Ricardo Bada, escritor y periodista español. Fue publicado en el periódico La Jornada y trata, justo, sobre este tema. Gracias a Alma Delia por el enlace y a Ricardo Bada, por la autorización de reproducir el artículo. Aquí está:
La Jornada, México D.F. 6/3/2005
LA LOLITA DE DON QUIJOTE
por Ricardo Bada
«Confieso haberme enamorado de Altisidora, de esa personaja (como diría el gran Gonzalo Rojas) que aparece por primera vez en el capítulo 44 del Quijote y que le sigue rondando en la cabeza al ingenioso hidalgo todavía catorce capítulos después, en un diálogo con Sancho Panza ya lejos del palacio de los duques. Y de una u otra manera hasta casi el final del libro.
Aun cuando se trata de una figura secundaria, encuentro en Altisidora algo así como reminiscencias de la Desdémona seducida por los relatos de Otelo. Para empezar, y aunque Cervantes hable expresamente de las burlas y las bromas que las damas del palacio le gastan a Don Quijote, lo cierto es que Altisidora bien pudiera, sí, estar enamorada del caballero. Y si no enamorada, al menos encandilada por él. Es más, aprovecharía esas mismas bromas para podérselo «comunicar» sin que los otros se den cuenta, comportamiento que resulta bien lógico si no quiere quedar en ridículo delante del grupo al que ella pertenece, pero al mismo tiempo tiene conciencia clara de sus sentimientos y no desea ocultarlos, tan sólo sabiamente camuflarlos.
Hay un momento muy concreto en el cual Altisidora le dice cosas a Don Quijote que no parecen ser dichas en absoluto como broma, y es cuando le restaña las heridas que le han inferido los gatos (final del capítulo 46): “Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero, por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú lo goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos viviendo yo, que te adoro” (las cursivas son mías…, ¡una precisión estúpida, pues en el siglo XVII no se estilaba esta manera de subrayar!).
Hay otro momento también muy concreto, el de la despedida entre el Caballero de la Triste Figura y la donosa cantante de serenatas (capítulo 57), donde se diría que Altisidora quisiera retenerlo con un señuelo sexual, cuando lo acusa de haberle robado tres pañuelos de cabeza y unas ligas blancas y negras “de unas piernas que al mármol puro se igualan en lisas». En cuanto al caballero, está bastante claro que la «discreta y desenvuelta» joven le ha dejado una impresión duradera: en el capítulo 58 Don Quijote asegura que la declaración de sus deseos por Altisidora engendró en su pecho «antes confusión que lástima», y más luego, al quedarse enganchado en las redes arcádicas, teme que ello pueda ser «venganza de la rigurosidad que con Altisidora he tenido». La joven, sin embargo, por el alto designio de la locura que lo abrasa, quedará para él como un sueño imposible.
He dicho “la joven”, y a fe mía que a pesar de más de cuatro décadas de transterración todavía me salen exageraciones bien andaluzas: ¿cómo puedo llamar “la joven” a una persona que Cervantes presenta confesando la tierna edad de catorce años y tres meses? Con lo cual, de las reminiscencias de Desdémona nos trasladamos a las de una adolescente en este caso menor de catorce años, entrando a la pubertad y que le sorbe el seso (y el sexo) al infeliz Humbert Humbert: “¡Frígidas damas del jurado! Yo había pensado que pasarían meses, años acaso, antes de que me atreviera a revelar la naturaleza de mis sentimientos a Dolores Haze; pero a las seis ya estaba despierta, y a las seis y cuarto ya éramos, técnicamente, amantes. Y voy a decirles algo que les sorprenderá: ella me sedujo. (…) La pequeña Lo zarandeó mi pobre fuente de la vida con energía y de la manera más prosaica, igual que si hubiera sido un adminículo inanimado desconectado por completo de mi ser. Aunque estaba muy deseosa de impresionarme con el mundo de los adolescentes más osados sexualmente, no estaba preparada para ciertas discrepancias entre la fuente de la vida de un chaval y la mía. Sólo el orgullo le impidió batirse en retirada”. Don Quijote, sublimado sexualmente, no le da esa oportunidad a Altisidora.
Basándome en estas ideas, no creo equivocarme mucho conjeturando que la inquina de Nabokov contra Cervantes proviene de una para él dolorosa certeza: la de que don Miguel se le adelantó en vislumbrar el gran tema de las relaciones de un hombre maduro con una nínfula. Aunque lo resolviese haciendo batirse en retirada a su caballero».
***
Dejando un poco de lado a Altisidora y sus vehemencias, agradezco también a mi querido Carlos Carranza este artículo sobre el temprano éxito del Quijote tanto en Europa como fuera de ella y algunas de sus primeras traducciones, así como sobre la importancia de destacar al autor por sobre la obra.
Dado que en cosas de dos semanas llegará abril y, con él, el fin del reto de terminar de leer el Quijote, te invito a compartir en este espacio tus comentarios, hallazgos o asombros sobre la obra. Aquí va la lista actualizada de quienes formamos este grupo de lectura quijotesca. Si quieres sumarte y que cada jueves te comparta la entrada sobre el Quijote, deja tu nombre y tu blog, correo o red social (Facebook o Twitter):
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Nos leemos pronto.
La segunda parte del Quijote es muy superior a la primera, sin duda. Mientras que en la primera se abunda en aventuras clásicas y directas en la segunda tenemos una visión más psicológica de los personajes (tanto del propio Quijote como de Sacho) y no hay que olvidar el giro genial de Cervantes: el hecho de que muchos de los personajes han sido lectores de la primera parte (sin ir más lejos, los propios Duques).
He buscado en la red las lecciones sobre el Quijote de Nabokov, pero no he encontrado el libro (el mío, el volumen físico, ve a saber por dónde anda) en ningún sitio. Quería, ya que no puedo leer el Quijote en sí mismo, ver qué nos decían otros autores para sumar algo, pero por ahora (hace una hora leí lo que dice Borges en Conversaciones con Borges; pero no hay nada nuevo allí, dice lo mismo de siempre).
Tus artículos sobre el Quijote están armando un lindo compendio, Julia. Una estupenda clase, si los unes a todos.
Abrazo.
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No conozco el texto que mencionas de Nabokov, querido, pero intentaré ver si doy con él. Sería estupendo enriquecer aún más la conversación con él.
Los JuevesDeQuijote se me han convertido en un deleite similar al de los MiércolesDePoesía, en buen medida por lo que entre todos vamos tejiendo de comentarios, referencias, aportes. Gracias a ti, querido.
Abrazos.
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Como bien sabes, Nabokov fue profesor universitario en EE.UU. Luego de su muerte se publicaron sus clases (cosa que seguramente él no hubiera permitido), las cuales fueron grabadas por sus alumnos. Los tres volúmenes (Lecciones de literatura europea; Lecciones de literatura rusa y Clases sobre el Quijote) son muy recomendables. Hasta ahora sólo encontré el primero, pero sigo a la búsqueda.
Abrazos.
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Ahora que lo mencionas sí, recuerdo haber leído de la existencia de esos volúmenes. Me pican los dedos…
Beso.
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