«[…] Kilómetros más adelante, ella le dijo: ‘Dame un cigarro. En mi bolsa’. Él abrió la bolsa y vio la cigarrera, el polvo compacto, el bilé, el peine, un pañuelo doblado que era demasiado blanco para tocarlo, con un leve olor a su perfume. Algo dentro de él pensó que esto era casi como desabotonarle la blusa, pero la mayor parte de él no era consciente de ese pensamiento ni del íntimo derecho de propiedad que adquiría sobre ella al abrir su bolsa».
Este pequeño fragmento de la novela El manantial, de Ayn Rand, además de sugerentísimo, me confirma que muchas veces la poesía se esconde bajo un disfraz de prosa, que los versos suelen sentirse cómodos dentro de ciertas novelas, como ésta que estoy disfrutando a tope. O, como a veces anoto en el margen de un libro: «Aquí hay un poema». Cómo no, entre lo que ella propone al pedirle a él que abra su bolsa, el «riesgo» que significa para él hacerlo, la carga erótica que implica para ambos. Qué cosa.
P.D. Dado que estoy leyendo la novela en inglés (se titula The Fountainhead y la publicó Signet, sello de Penguin), yo misma perpetré la traducción. Perdón por las molestias que ocasione el atrevimiento.
Las buenas esencias se guardan en frascos pequeños y poesía y prosa se diferencian poco cuando el compás está bien marcado.
Por cierto, se me antojaba escaso el contenido del bolso, luego pensé que tal vez también fuese de tamaño reducido.
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Quizá era pequeño. Quizá él no rebuscó, sólo habla de lo que le saltó a primera vista.
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Puede ser. Pero, según mi experiencia, al sumergir la mano en un bolso suelen aparecer objetos más diversos.
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«Si leo un libro y hace que mi cuerpo entero se sienta tan frío que no hay fuego que lo pueda calentar, sé que eso es poesía…» E.D, gracias por la traducción, en efecto cada bolso esconde un universo entero de Mujer; como los buenos poemas, abrazos de media semana
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De quién es la cita, querida?
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De Emily Dickinson y remata con un » Si físicamente me siento como si me levantasen la tapa de los sesos, se que eso es poesía» qué hubiera escrito si se hubiera decidido brincar el cerco de la soledad y hubiera vivido en carne y hueso el amor? Seguramente hubiera sido una historia, aún así la pasión se desborda en sus poemas.
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Hubiera sido otra historia. 😃
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Uy, la Dickinson es una joya toda ella. Interesante lo que planteas, ¿qué hubiera pasado si…?
Abrazos.
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Por eso mismo…nunca abro, ni miro, ni pretendo abrir un bolso de mujer….por aquello de que se parece a un convento….» está lleno de madrecitas…» y ya sabemos a lo que nos podemos arriesgar…SALUDOS CARDUMEN….
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Ana Istarú, una escritora costarricence, tiene un texto que habla de lo mismo… en cuanto lo encuentre te lo regalo 🙂
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He aquí el regalo… http://wvw.nacion.com/proa/2005/noviembre/06/columnas0.html
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Genuino, además de divertido. Muchas gracias, Mar.
Saludos!
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Por nada… o mejor dicho, porque los buenos textos se comparten 🙂
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Tejemos una red para compartir textos, qué gusto.
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Ah, qué bien, gracias.
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