Hay muchos Nueva York: el de Capote, el de Fitzgerald, el de Salinger, el de Lorca, el de Rivera, el de Auster, el de McCarthy, el de Allen… Esta vez, en la medida en la que el trabajo me dé oportunidad y con la ayuda de este librito, trataré de asomarme al de Warhol: dónde vivió, su estudio, the White Factory, the Silver Factory, sitios que frecuentaba, entre otros. A ver si enunadésas me lo encuentro repitiendo aquello de: «Quizá las chicas de California eran más lindas que las de Nueva York… eran más rubias y más sanas, pero yo prefería cómo lucían las neoyorkinas, raras y neuróticas».
Con su permiso…


Lo bueno de NY es que si caminas siempre te haces un viaje diferente y especial. Aunque nada mal está eso de recorrer la ciudad que fue, de alguna manera, de otro.
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Eso será a partir del jueves, querido, ahora estoy de trabajo en un congreso sobre revistas!
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