La virtud de perder el sentido del pecado

Ilustración: Ángel Boligán
Ilustración: Ángel Boligán

«El pecado de este siglo es la pérdida del sentido del pecado», dijo Pío XII por ahí de 1950. Tengo que congratularme por ello. La mera palabra se liga a conceptos que me inquietan de entrada: el rechazo a la carne, la condena a priori de los deseos, la culpabilización del sexo. Si el erotismo como animalidad elevada de nivel, enriquecida, saboreada, es uno de los rasgos definitorios del ser humano, no puedo celebrar su satanización.

Este pasaje de Michel Onfray me resulta en especial iluminador en estos días: «[En la base de la religión hay] odio a la inteligencia -los monoteístas prefieren la obediencia y la sumisión-; odio a la vida, reforzado por una indefectible pasión tanatofílica; odio a este mundo, desvalorizado sin cesar con respecto de un más allá, único depositario de sentido, verdad, certidumbre y bienaventuranza posibles; odio al cuerpo corruptible, despreciado hasta en sus mínimos detalles, mientras que al alma eterna, inmortal y divina se le adjudican todas las cualidades y virtudes; por último, odio a las mujeres, al sexo libre y liberado en nombre del ángel, ese anticuerpo arquetípico común a las tres religiones [monoteístas]». –Tratado de ateología (Anagrama)

En fin, asumo que voy a contrapelo cuando digo que me parece una virtud borrar del diccionario el concepto «pecado» y sustituirlo por otros, mucho más interesantes: respeto, congruencia, bien común, solidaridad.

 

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

22 comentarios sobre “La virtud de perder el sentido del pecado

    1. Creo que somos cada vez más los que vamos en este sentido, a los que el pecado no hace sentido. Un día, quizás, seamos mayoría y el discurso a los niños cambie (ojalá).
      Abrazo fuerte

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  1. Totalmente de acuerdo 🙂
    «Pecado» es algo tan abstracto y tan retorcido, el inmenso recipiente donde se almacena todo lo que va contra el dogma establecido. Una palabra de factura «humana», hecha a medida de unos pocos. Curiosamente los que más condenan son los más adictos al mismo,
    Decía José Luis Sampedro(fragmento):

    «Creo en la Vida, Madre Omnipotente,
    Creadora de los cielos y de la tierra.
    Creo en el Hombre, su hijo,
    Concebido en creciente evolución,
    Progresando a pesar de los Pilatos
    Que inventaron sus dogmas reaccionarios
    Para aplastar la Vida y sepultarla.
    Pero la Vida siempre resucita…»

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  2. Entre el pecado y la culpa…en base a que dos palabras nos han educado…
    Es un error. Pienso que hay que ser feliz y hacer todo aquello que nos haga felices sin hacer daño a nadie no es pecado.
    Besos Danioska

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  3. Las religiones se inventaron para mantener a las masas miserables (de miseria material, no necesariamente de pensamiento) conformes con su miserable existencia, así que cualquier manifestación que, surgida de la masa, cuestione los principios que la mantienen dócil, resignada a su inmodificable destino, es agriamente condenada. «Curiosamente» el mismo razonamiento se puede aplicar al poder político.
    Abrazos!

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    1. No es casual, por supuesto. Y encima hay que sumar que el poder religioso muchas veces fue también político, con lo que garantizó la hegemonía. Por eso hay que cuestionar cuanto podamos, para ir resquebrajando el monolito.
      Abrazote

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  4. Pues no vas a contrapelo de nada. Al menos cada vez somos más (incluso entre los creyentes, que si algo tienen de coherentes es la incoherencia). Creo que el concepto de «pecado» debería ser desterrado del diccionario, del habla, del pensamiento. También –y en esto concuerdo con Redalmados– habría que hacer lo mismo con el concepto de culpa. por lo menos ya hemos empezado haciéndolo nosotros, y leyendo los comentarios que te han dejado, creo que el grupete que se está armando tiene muy buenos integrantes. Claro, con Michel a la cabeza, pues tenemos el camino un poco más fácil.
    Cariños.

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    1. Querido mío, el blog me jugó una mala pasada y «se perdió» mi respuesta a tu comentario. En fin, lo que decía era que coincido totalmente en que deberíamos erradicar culpa y pecado de las mentes, cuerpos y sexos del género humano. Y claro que somos un buen grupo de heterodoxos, liderados por Onfray vamos de gane.
      Te mando abrazote que ya regresó a casa…

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      1. No hay problema D.; ya sabemos que esas cosas pasan. Tú tranquila y relájate que debes estar cansada después del viaje. Me gustas cuando viajas porque… pero también me alegra tu retorno.
        Abrazo cálido de reencuentro.

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  5. una de las razones por las que me hice ateo, fue que en el seno ultraconsevador de mi familia, en mis años de pubertad y adolescencia, se miraba a todo lo que no esté vinculado con la religión, con el catolicismo (la más falsa de todas), como pecaminoso. Tres años de seminario para ser cura, desde los 12 a los 15 años, asentuaron ese temor al pecado, que curiosamente, el nùmero uno, estaba vinculado al sexo (no solamente como actividad genital). Asì es que nos hacían leer, el `librito de la pureza`, que ponía énfasis, en los supuestos daños que provocaba la masturbación. Así, que con temor, varias veces tenía que ver, si no me habían salido pelos en las palmas de la mano. Un gran sentimiento de culpa, venía después de un goce de este tipo; en mi niñés adulta, tenía que ir a confesarme todos los sábados, porque mi mamá así los quería; bueno, el pecado que más costaba decir, era el para el cual se usaba el eufemismo , lo que provocaba la curiosidad del cura, porque seguían preguntas como éstas: ¿cuántas veces? ¿con derrame?… esto ùltimo para saber si eyaculabas o no. Dejé de confesarlo, no valía la pena, suponía que no era pecado, y estaba en lo cierto

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    1. Entendí el eufemismo, por supuesto. Tu historia es similar a la de muchos millones que, en nuestros países hispanos, crecimos en un contexto cargado de religiosidad católica = cargado de culpa, de temor, de vergüenza, una forma de ver la vida muy lamentable y cada vez más insostenible. En efecto, para mí también estabas en lo cierto.
      Un abrazo

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