
El poeta y yo tenemos una historia entrañas adentro. Él me escribió un poema insuperable que se llama «Palabras para Julia». Yo no le escribí nada, cómo atreverme luego de leerlo, pero muchas veces soy él porque en sus palabras soy más yo. Es decir, más él. Bueno, nos entendemos.
Se llama José Agustín Goytisolo y me escribió también este poema, para que pudiera usarlo cuando tuviera necesidad, como hoy. Se llama «Esa flor instantánea» y leerlo y releerlo es lo mejor a lo que puedo dedicarme en este #MiércolesDePoesía.
«Miedo a perderse ambos,
vivir uno sin otro:
miedo a estar alejados
en el viento, la niebla,
en los pasos del día,
en la luz del relámpago,
en cualquier parte. Miedo
que les hace abrazarse,
unirse en este aire
que ahora juntos respiran.
Y se buscan y buscan
esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío.
Miedo, bendito miedo
que propicia el deseo,
la agonía y el rapto,
de los que mueren juntos
y resucitan luego».
Precioso! Qué gran poeta!
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Es tremendo. Y, modestia aparte, «Palabras para Julia» es extraordinario.
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En ocasiones me pregunto que hace florecer a los poetas. Goytisolo vino con unos cuantos más (imperdibles todos) en un tiempo en que eran necesarios, aunque entonces puede que no se dieran cuenta de ello. Fueron brisa fresca en una tierra abrasada.
El mundo precisa poesía aunque no quiera reconocerlo, la razón es clara: somos más sentimiento que razón..Él nos lo explicó muy bien un día:
Lo malo lo peor es creer que tu cerebro
funciona de igual modo que una computadora
y urdir muy hondas especulaciones sobre el hombre
considerado como un animal cibernético
sin pararte a pensar que es el ordenador el que está hecho
rudimentariamente a tu imagen y semejanza.
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Ese poema es brutal, si no me equivoco es el que habla del perro atropellado. En cualquier caso, tienes la boca llena de razón: necesitamos la poesía como el aire.
Abrazos
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Efectivamente, se titula Lo peor y empieza:
Lo malo no es contemplar a un perro atropellado
junto a la cinta gris de la autopista
que se incorpora todavía vivo y anhelante
sobre sus patas delanteras
y luego con vergüenza apercibirte que la visión
te la devuelve la imagen de un niño bombardeado.
Más abrazos.
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Como para hacer bolita el corazón y ponerlo debajo de un zapato (la imagen quisiera que fuera mía, pero es de Miguel Hernández, para variar). Así.
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No conocía ese poema. Gracias. Por ponerlo frente a mí. Poderosas y certeras líneas -lo dice un racionalista apasionado del tema cerebro.
Saludos.
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La racionalista de este lado del teclado, a quien con frecuencia traiciona la sensiblera poeta (no sé quién traiciona más seguido a quién) se va contenta de haberte presentado estas líneas.
Abrazo.
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Precioso poema. Gracias por traerlo y compartirlo.
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Gracias a ti por pasar.
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