«Quiero que sea mi foto oficial. Me gustaría que esta foto algún día estuviera en la tapa de un libro mío», le dijo Julio Cortázar a la artista argentina Sara Facio, a propósito de esta imagen. Era 1967. Eran amigos hacía poco y ella lo retrató en esa ocasión y en otras, en París. La fotógrafa cuenta la anécdota en esta exquisitez de libro publicado por La Azotea, primera editorial fotográfica de América Latina, fundada por Facio y por María Cristina Orive en 1973. Cumplió así el deseo de Cortázar de ponerla en la portada.
El libro incluye retratos del Cronopio de 1967 a 1974, además de textos que dan contexto a las imágenes. ¿De dónde saqué el libro? Estaba arrumbado en una librería del estado de Chiapas. Cuando lo vi me atrajeron las fotos, pero no me imaginé lo que era. Lo guardé entre mis pendientes de lectura y ahora que lo reviso, encuentro este acervo delicioso. Había otro de Neruda, misma colección: como ya había comprado demasiados libros no lo traje, qué desgracia. Pero no me enojo, es un privilegio tener éste entre las manos.



Gracias por compartir.
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Abrazo de tarde de viernes…
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Que hermoso hallazgo! Sara Facio un personaje a la altura de Cortázar. saludo.
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Personajazo que yo no conocía!!
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Me encantan las historias cumplidas. Muchas gracias. Besitos.
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Gracias a ti por pasar, saludos…
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Uff, ¡pero qué joyita! ¡Gracias por compartirlo!
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Lo es, un abrazote!
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Pues en esa foto oficial tiene una pinta de agente del FBI que ffff! tira para atrás, con perdón. Supongo que todo lo oficial termina siendo así.
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Supongo que estoy sesgada pero a mí me parece que se ve guapo…
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Lo Cortés no quita lo Moctezuma, que decía un paisano mío 😉
¿O es que para ser del FBI hay que ser feo?
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Ok, Ok, mataste mi punto…
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Lo siento 😦
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¡Gracias por compartir esto! ¡Es una foto preciosa donde su mirada inteligente lo dice todo! Yo también lo encuentro muy guapo; soy cortazariana hasta la médula!!!
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Era guapísimo y si encima tenía esa mente brillante, bueeeeeno
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Cortazareano de hueso colorado, no puedo deja de decir: ¡salenas, salenas; cronopio, cronopio.! y estar feliz de que se compartan estas fotos y que seamos tantos los cronopios en torno al cronopio mayor.
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Cuantos más seamos, mejor!!
Bienvenido por aquí, saludos…
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¿Cómo se me pasó por alto esta entrada? Tal vez por aquel entonces era cuando estaba algo alejado del blog, pero siempre seguí leyéndote. En fin, no importa, lo bueno es haber llegado. Tal como los mismos libros, lo bueno de estas entradas en que son imperecederas.
El libro no lo conocía; es más creo que nunca lo he visto por aquí. Y eso que siendo ratón de biblioteca y admirador de ambos artistas no hubiese dejado de notarlo (aunque, como bien dices, uno después termine llevando otra cosa).
Qué bueno que los libros tengan alas y viajen tan lejos para llegar a las manos adecuadas.
Cariños.
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Y te digo que en la librería estaba uno de Neruda y uno de Borges, que no llevé! Mea culpa, mea culpa, mea culpa…
En fin, gracias por este periplo por una entrada viejita.
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Es que con el paso del tiempo uno termina diciendo ¡cómo no traje aquello! Aun si hubieses comprado esos dos volúmenes que mencionas, algún día recordarías otro que dejaste aquella tarde y que quizá, por el tema que tratas en el post no lo recuerdes. Siempre estamos dejando cosas detrás, es inevitable.
Por cierto, el placer es siempre mío.
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Y lo que comentas me pasa tan seguido con libros: voy por la vida recordando los que no compré y nunca más he vuelto a encontrar. Supongo que es un rasgo neurótico, éste.
Abrazo apretado
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