Hoy hace 45 años se perpetró en México, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, una matanza de estudiantes que protestaban contra el gobierno. Lo ocurrido lastima la memoria, es recuerdo infame y vergonzante. Pero si esa herida se cierra es más vergüenza, si llegamos a olvidarla estamos condenados a repetirla. Por eso desde entonces y hasta ahora se repite «DosDeOctubreNoSeOlvida». Esto escribió entonces la poeta chiapaneca Rosario Castellanos. Valga hoy como memoria:
»[…] ¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie./
La Plaza amaneció barrida; los periódicos/
dieron como noticia principal/
el estado del tiempo./
Y en la televisión, en la radio, en el cine/
no hubo ningún cambio de programa,/
ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el/
banquete./
(Pues prosiguió el banquete).//
No busques lo que no hay: huellas, cadáveres/
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa:/
a la Devoradora de Excrementos.//
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.// […]
Recuerdo, recordemos/
hasta que la justicia se siente entre nosotros.»
(Fragmento del poema «Memorial de Tlatelolco»)
Bueno leerte…
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Gracias por pasar.
Saludos…
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Soy un convencido de que esta es la actitud que tiene el poeta hacia el pueblo. DENUNCIAR Y DESPERTAR LOS SUEÑOS DE LOS CIUDADANOS. El poeta que calla y no dice y escribe estas situaciones repelentes e inhumanas, podrá ser un buen escritor pero nunca llegará a ser poeta. El ser poeta requiere estar con el pueblo que sufre, los acosos de los otros.
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No todos los grandes poetas hablan de temas sociales, pero sin duda todos los sufren de manera acusada, por ser seres particularmente sensibles.
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Qué ganas tienen los que mandan de que olvidemos, en todas partes, en pro de una supuesta voluntad de progresar, de mirar hacia adelante. ¿Y qué pasa con quienes buscan respuestas y reclaman justicia? La peor humillación que puede sufrir un pueblo es el olvido. Menos mal que siempre habrá poetas, escritores, personas en definitiva que no se conforman y que gozan de buena memoria. Un abrazo.
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La voz de poetas como esos tiene doble valor: literario y testimonial. Gracias a ellos no podemos olvidar.
Abrazo
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Elena Poniatowska usa este poema como introducción a su libro/testimonio «la noche de Tlatelolco» y pesan esas palabras tanto como las de los testigo y sobrevivientes. Grande Castellanos.
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Grandísima, como poeta y como narradora. El año pasado leí Oficio de tinieblas y me dejó apabullada su capacidad para describir el dolor.
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Conocí estos hechos hace unos días a través de una página de Facebook. Duros tiempos los que nos han tocado vivir a los latinoamericanos todos en aquellas épocas. Ejemplos que bien pueden trasladarse de una latitud a otra y aun así ser imposibles de distinguir entre ellas.
Por eso es necesario, cada año (no solamente cuando los números son «redondos»), recordar esos hechos. Para no olvidar a quienes perdieron la vida en la busca de justicia y para ejemplo y enseñanza de los jóvenes, quienes a veces se pierden en la vorágine de un presente que se les vende como continuo y único.
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Así es, de por sí el 68 fue convulso en el mundo entero y, quizá, más en nuestra América Latina, tan joven y sangrante. Hay que recordar siempre, lo suscribo totalmente.
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