Fue una noche de alcoholes, baile y disfrutes varios con quien más me quiere y con amigas que son mi familia elegida. Hoy, en la cama de domingo me visita Paul Auster. Entre cobijas, con un leve dolor de cabeza pero contenta, escucho con ojos bien abiertos su Invención de la soledad. Auster y yo nos reencontramos motivados por Borgeano y Javier, amigos mutuos. Nuestra relación va por buen camino, sobre todo gracias a pasajes que me regala, como éste sobre su padre:
«The rampant, totally mystifying force of contradiciton. I understand now that each fact is nullified by the next fact, that each thought engenders an equal and opposite thought. Impossible to say anything without reservation: he was good, or he was bad; he was this, or he was that. All of them are true. At times I have the feeling that I am writing about three or four different men, each one distinct, each one a contradiction of all the others. Fragments. Or the anecdote as a form of knowledge. Yes.»
[Traducción mía: «La fuerza desenfrenada y desconcertante de la contradicción. Ahora entiendo que cada hecho es anulado por el que sigue, que cada idea engendra una opuesta y equivalente. Es imposible opinar sin reservas: era bueno o era malo; era esto o era aquello. Todas ellas son verdad. A veces tengo la sensación de estar escribiendo sobre tres o cuatro hombres diferentes, cada uno distinto, cada uno en contradicción con los demás. Fragmentos. O la anécdota como una forma del conocimiento. Sí».]
Ahora mismo lo vivo: la luz me lastima los ojos y mi cuerpo resiente el ron, pero nadie me quita la sonrisa. La vida es una paradoja absoluta.


Hola, hola.
La frase casi al final me llama la atención profundamente: «Or the anecdote as a form of knowledge.» Eso me lleva a otro autor, lejano en el espacio y en la circunstancia de Auster: Roberto Bolaño. En sus Detectives salvajes él provee de distintos «testimonios» de varios personajes que «narran» un trozo de la vida de los protagonistas de la novela desde «su punto de vista». Nos enteramos de los protagonistas de manera tangencial y —también— paradójica.
Llevar esta incontrovertible verdad a la narrativa no sólo es un atino, es un acto de honestidad.
Saludos.
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Gran cruce de lecturas, Enrique. Me resulta fascinante cómo en distintas latitudes las buenas plumas terminan parafraséandose (literal o conceptualmente). Por alguna razón Los detectives no es mi hit, no le hinqué el diente como esperaba/ quería. Algún día he de volver a ella. Mientras, gracias por recordarla y contrastaría con La invención…
Abrazo soleado
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Auster, mi debilidad absoluta. Un placer cuando leo algo de el y casi una tristeza cuando finalizo.
Un abrazo grande que suavice los vapores del ron…
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Gracias por el abrazo, María querida. Se suma a los dados anoche en torno al «ron fraterno» del que hablaba Benedetti. Así, qué me importa el dolor de cabeza.
Abrazo
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Borgeano suspira aliviado porque tú-sabes-bien que no le gusta mucho eso de recomendar libros; además de que el comercio con Auster ha sido algo desparejo.
Alegre, me retiro enseguida tratando de no hacer ruido alguno (nada más molesto que golpear una puerta cuando alguien sufre de dolor de cabeza).
Abrazote leve.
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Pues sí, en eso estoy con Auster y la cosa va pintando muy bien,
Gracias por la consideración sobre el ruido…
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excelente autor, varos de sus cuentos en http://www.teecuento.wordpress.com
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Paso por ahí, muchas gracias!
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Cuando leí Auster por primera vez, empecé con este libro. definitivamente me subyugó y lo sigue haciendo con cada obra suya que llega a mis manos.
cariños
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Tuve que suspenderlo por el viaje a Turquía, Nélida querida, pero lo retomo a mi regreso!
Un abrazo
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