Fabio Morábito, narrador y poeta de los mejores en lengua hispana y además querido amigo mío, me invitó hace unos días a participar en el intercambio colectivo de un poema que me hubiera ayudado en un momento difícil.
Yo envié la «Elegía» de Miguel Hernández, que le puso palabras al dolor de haber perdido a mi papá siendo adolescente. Luego he ido recibiendo poemas y versos de todo tipo, algunos conocidos (como «Ítaca» de Constantino Cavafis, «El tigre» de Eduardo Lizalde o «1964» de Jorge Luis Borges»), otros que resultaron novedades para mí (como «Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra» de Álvaro de Campos, heterónimo de Pessoa, y «Elegía» de Gonzalo Rojas). Bueno, pues en esa inundación poética me llegaron estos versos del italiano Salvatore Quasimodo:
«Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol,
y de pronto anochece».
Yo conocía el poema en traducción de Hugo Gutiérrez Vega (cambia el último verso: «Pronto la noche llega»), pero me gusta más esta versión que me compartió mi tocayo Julio Trujillo, poeta y escritor, además de querido amigo. Es una traducción del inmenso Guillermo Fernández. Aquí lo dejo, para iluminar el #MiércolesDePoesía.
En esos versos aparentemente inocuos caben todas las vidas que han pasado por la tierra. Es meter a la humanidad en tres renglones. Eso es poesía, carajo.
palabras a flor de piel 
Viva la poesía
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Qué patada…
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«aparentemente inocuos»; he ahí el meollo del asunto. Pensar que a veces podemos decir algo como eso en medio de una conversación cualquiera…
Un abrazo.
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Claro, ahí está el tema. Son tres versos como una bomba atómica.
Abrazos para vos.
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