Termino de leer El olvido que seremos (Planeta), libro hecho de entrañas, de emociones vestidas con palabras, de recuerdos pasados por el tamiz de un corazón trémulo. Héctor Abad Faciolince, notable escritor colombiano, desgrana en él la figura de su padre, activista de derechos humanos asesinado en Medellín en 1987 y figura cardinal en la lucha por la justicia en ese país querido.
Después de convivir con el autor en estas páginas lo siento doblemente cercano. Por un lado, conecto con el «amor animal» que describe por su papá. He hablado aquí de la devoción que tuve/tengo por el mío, la fuerza de su influencia en mis primeras lecturas y letras, lo central que me fue su amor cuando vivía y aún después de su muerte, hace casi 30 años. Pero el libro de Abad Faciolince me cimbra de manera adicional porque mi propio padre también desapareció de manera violenta y por manos ajenas, de hijueputas, como dice Abad en impecable español. Por eso suscribo estas palabras con emoción doble: «Cuando me doy cuenta de lo limitado que es mi talento para escribir (casi nunca consigo que las palabras suenen tan nítidas como están las ideas en el pensamiento […]) recuerdo la confianza que mi papá tenía en mí. Entonces levanto los hombros y sigo adelante. […] mi papá hubiera gozado más que nadie al leer todas estas páginas mías que ya no alcanzó a leer. Que no leerá nunca. Es una de las paradojas más tristes de mi vida: casi todo lo que he escrito lo he escrito para alguien que no puede leerme, y este mismo libro no es otra cosa que la carta a una sombra».
Yo también escribo para una sombra. Muy amada.
No dudes, de que tus páginas van a ser leídas… y no serán leídas por una sombra…
Un abrazo de domingo de siesta…
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Abrazote…
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Y qué mayor homenaje que esas frases finales, cómo te llegan, cómo puedo envidiar a tu padre, en ese sentido entendámosnos.
Digo yo que el cariño no es algo que sale de la nada, que se recoge lo que se siembra, me es evidente que tu padre más que amor lo que sentía es veneración por su niña, sin conocerle.
Besos ojito.
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Sí, era tal cual lo describes. Nuestra devoción era mutua.
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Es la hostia lo de las niñas, con perdón, esta misma mañana estaba yo ayudando a la mayor con una redacción en inglés, se trataba de describir a su familia, y yo ahí cagándome en todo lo cagable, gritando, histérico perdido.
Cuando le toca describir a su padre pone «is funny», la verdad es que emociona, a la par que te hace empequeñecer y cargarte de remordimientos por no contar hasta el número que haga falta.
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Además de tierna y devota de su padre, tu hija es sensible. Qué adjetivo podía describirte mejor?
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De padres y paternidades hemos hablado ya (¿De qué no hemos hablado ya Danioska? A veces siento que te conozco desde hace años) y creo que éste, en especial, es un tema sobre el vamos a seguir hablando largo y tendido, ya que no se agota en meras anécdotas o en breves reseñas de lo que sentimos. Es una tema en el que se puede profundizar y nunca llegar a su final.
Dejemos que el tiempo y el azar vayan arrancándonos esos retazos de sentimientos y memorias.
Cariños.
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Seguiremos sobre ellos, a no dudarlo, porque las figuras centrales (por ausencia o por presencia) nos acompañan siempre. Los sentimientos irán aflorando conforme vayamos permitiéndoles hablar de nosotros, de quiénes somos, de qué nos duele, de cómo nos plantamos de cara al mundo.
Abrazo fuerte
PD Sí, la sensación de conocernos se basa en buena parte, creo yo, en el hecho de haber compartido mil y un lecturas, que al final nos van modelando.
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Como si fuese una carta de intención o una declaración de principios, firmo al pie de tu comentario.
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Firmado con sangre por este lado.
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Este entrada me ha roto la fórmula de la asociación automática. Tenemos tantos puntos en común (ya habíamos hablado de eso) que menos mal que eres una chica… al menos tengo la certeza de que no somos una suerte de doppelganger del otro. Un abrazo fuerte, fuerte. Y un olé por tu padre.
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Caray, seguimos sumando coincidencias. Gracias por el abrazo y, sobre todo, por el olé…
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Reblogueó esto en "EL amor es un Arte"y comentado:
UN GRAN LIBRO
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