«Hay cuentos tirados por todas partes»

Foto de Rodrigo Fresán: Juan María Rodríguez
Foto de Rodrigo Fresán: Juan María Rodríguez

Sigo obsesionada con Trabajos manuales, libro indefinible del argentino Rodrigo Fresán sobre el que ya he hablado en este espacio, publicado en 1994 por Editorial Planeta, Biblioteca del Sur. Cada día tomo el ejemplar manoseado, quizá avance un par de páginas pero luego regreso a leer dos capítulos anteriores. Ya le prometí al escritor Carlos Velázquez prestárselo en cuanto lo termine, pero la realidad es que no quiero acabar, hace tiempo no sentía tal adicción por un libro. Aquí el pasaje que hoy releo por tercera ocasión, del capítulo «La Forma del Verano». Imposible no saborearlo:

«[…] Con los vertiginosos calores del verano —descubre Forma— los cuentos crecen y se reproducen con mayor facilidad. Los poros se abren como ventanas para dejar salir la sal de los humores y por ahí mismo —polizontes veloces— se introducen los cuentos que enseguida rebasan la capacidad del cuerpo para desperdigarse por los rincones más insólitos de la casa […] Enseguida —pocos días más tarde de haber llegado con su hija a las playas de Canciones Tristes— la colosal señora que viene a limpiar una vez por semana y a traer las provisiones desde el pueblo empieza a quejarse como todos los eneros.

Hay cuentos tirados por todas partes, protesta. Me asustan con el ruidito de sus patas; ayer hasta tuve que matar a cuatro de ellos. Eran cuentos de terror. Tenían unos dientes así y… pero para qué le voy a explicar a usted… Usted es escritor, ¿no?

La mujer pronuncia la palabra escritor con el mismo acento entre reverente y asqueado que algunos campesinos de la Baja Europa dedican a la palabra nosferatu o algo así […]».

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

16 comentarios sobre “«Hay cuentos tirados por todas partes»

  1. Sería una maravilla poder sudar los cuentos así. (Me encantó el fragmento y yo no te pediré, como el Sr. Velázquez, el libro prestado [no creo en eso del préstamo de libros], mejor iniciaré una misión para comprarlo [así de buena eres antojando libros, mujer].)
    Inmediatamente me vino a la cabeza el siguiente fragmento del recién leído libro de José de la Colina, Traer a cuento, en donde se refiere a la creación de este género literario.
    “Jacques Sternberg, en el prólogo a sus Cuentos helados, dice, si qss* recuerda bien, que cualquiera escribe una novela de 270 páginas porque una novela esencialmente es un solo argumento más veintisiete días de escribir diez cuartillas diarias, y en cambio es difícil y meritorio escribir cuentos cortos porque 270 cuentos implican 270 argumentos, y éstos no acaecen uno por día, rara vez se da uno por semana y quizá ni siquiera uno por año. Sternberg exagera, pero no delira. Sucede que casi nunca pesca uno el argumento de un cuento, por más que se esfuerce en ello de día en día; y en cambio es el argumento de un cuento el que lo pesca a uno, si lo pesca, e independientemente de que uno quiera o no ser pescado. En la naturaleza del cuento está el ser caprichoso, imprevisible e impuntual. Art happens (El arte sucede), decía Whistler, refiriéndose, según Borges, al misterioso por qué, la inexplicabilidad de la obra de arte, pero quizá también a su condición impuntual e intempestiva, rara vez obediente al artista. Lo mismo ocurre, piensa qss, con el arte de Sheherezada.
    Según la experiencia de qss, también de short story happens. El cuento nos sorprende visitándonos cuando le da la gana, no cuando nos da la nuestra, y preferiblemente si nos hallamos en las situaciones menos adecuadas para tratar con él. Tiende a la impostura, por ejemplo: presentarse como virginal, inédito, y al poco tiempo nos salta a los ojos desde ese programa de radio oído por casualidad, desde esa revista que íbamos a quemar en el boiler, o desde un libro o diez libros de autores que no somos nosotros, anteriores a nosotros.”

    *qss significa Quien Esto Escribe, es decir, José de la Colina

    Saludos y buen fin de semana.

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    1. Gracias por compartir el fragmento, es muy sugerente. Qué curioso, hace muy poco entrevisté a De la Colina (aquí el enlace a algo que publiqué al respecto: http://wp.me/p1POGd-2Nu ) y justo le dije que Tren de historias (libro que aparece muy bien representado en la antología Traer a cuento y de donde procede este fragmento que citas) es mi libro favorito de entre los suyos. Supongo que a eso se llama «estar en la misma frecuencia lectora».
      Y sí, los cuentos deciden cuándo y cómo aparecer, lo cual contribuye a rodearlos de un cierto misterio.
      Un abrazo lector

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  2. Hola Julia,
    ¿Sabes que a mí me pasa algo parecido? Hay libros que me gustaría que fueran eternos, así que voy dilatando su lectura para que me duren. pero, como siempre sucede ¡claro! cuando lo termino me entra una especie de nostalgia.
    Nostalgia que se suaviza cuando encuentro otro que me produce el mismo sentimiento.
    Un abrazo bien grande…

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  3. creo que esa es una lectura que nunca acabara, porque el verdadero placer de la lectura se encuentra en releer una y otra vez

    te imaginas que el día que haces la limpieza te encuentras con cuentos tirados por todas partes, el fragmento que compartes querida es hermoso y llega hasta el fondo, quizá porque pretendo ser escritor y no me encuentro con los cuentos regados por la casa…

    te abrazo

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    1. Dices bien, querido, es un fragmento impecable y hondo, con muchas capas. Si llegas a encontrar esa casa donde los cuentos son como cucarachas, por favor avisa. Prometo hacer lo mismo.
      Me gustó ese «te abrazo», gracias mil. Me quedo con él y te mando otro, nuevecito.

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