1 y 2 de noviembre. Son Días de Muertos en México, país que tiene muchísimos más de los que debería, sumido en una violencia intolerable y ahora atravesado por la rabia de sus 43 estudiantes desaparecidos. Me parece que hoy la tradición «de Muertos» tiene un sabor distinto en los cementerios del país, llenos de gente que acompaña a familiares y amigos y «convive» con ellos. El panteón de San Ángel rebosa flores de cempasúchil, banderitas de papel picado, comida, tequila, música de mariachi. Pero siento algo diferente en el aire.
Me paseo entre las lápidas, no para visitar tumbas queridas porque mi papá, mis abuelas y tíos están enterrados lejos. Todas lucen como de concurso, pero dos me llaman la atención: la de Tobías, muerto a los ocho meses, y la de Abigail, a los cinco meses. Están cubiertas de flores como las demás, pero además lucen juguetes, globos, dulces, rehiletes. Junto a la de Abigail, su mamá y su tía llevan todo el día conversando, callándose. Sobre un atril de madera hay un cuaderno en el que los familiares le escriben algo a la bebita que se fue.
Pienso en esos chicos y, sin saber las razones de su muerte, me pregunto si el dolor cambia cuando alguien se va por enfermedad o accidente y cuando es por un «hachazo invisible y homicida», como decía el poeta Miguel Hernández, un «empujón brutal» producto de una guerra estúpida que el Estado inició y no sabe controlar. Creo que sí, que si bien la muerte de alguien cercano es siempre insoportable, lo es todavía más cuando un país acaba sistemáticamente con sus niños y jóvenes y parece que no pasa nada. Por un segundo me imagino que Tobías y Abigail pueden ser de las miles y miles de víctimas de la violencia desatada en México y recuerdo una manta en alguna de las muchas manifestaciones sobre el caso Ayotzinapa: «¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos?». Eso, ¿qué cosecha?
#HayQueContagiarLaRabia




Dolor. Cosecha dolor, creo. Dolor que se instala por años y se intensifica con la injusticia de no saber, de no tener respuestas. Latinoamérica es experta en dolor, confiemos en que algún momento transmutará en algo positivo.
Un abrazo solidario desde Argentina.
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Además de dolor, espero que México coseche también un cambio de rumbo, una revolución de conciencias, un giro drástico.
Gracias, sé que como argentina entiendes de lo que hablo.
Un abrazo
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Sí, que el dolor transmute en evolución positiva de la conciencia colectiva. Y difundir también es contribuir: Latinoamérica tiene aún las venas abiertas, cuarenta años después del libro de Galeano.
Otro abrazo.
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Que así sea.
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Ruego que la muerte joven no se haga tradición en nuestros países. No hay explicación para los arrebatos de hambre, violencia o enfermedades tratables si se poseen medios o recursos. Si no remediamos lo que podemos, la cosecha de dolor que nos dejan esos cuerpos nos perseguirá año tras año.
Un beso.
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En efecto, Verónica, no hay explicación ni disculpa posible. La cosecha desde ya es muy cruda.
Abrazos
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Amo esta tradición, más mexicana que el chile guajillo. Me refiero al día de muertos, claro, no a la de sembrar cuerpos. Esa es ancestral también pero no es de mi agrado.
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La tradición mexicana de muertos es fantástica, sí. Me gusta mucho y creo que no hay mejor manera de enfrentarse a la muerte que ésa, viéndola de frente. La otra, la violencia estúpida, es lamentabilísima, dolorosísima.
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Desde aquí lejos, os envío fuerza, ánimo y coraje para poder con todo lo que os venga por delante. También, quisiera alabar vuestro valor insurrecto y vuestra disposición de alcanzar el horizonte. Muchos abrazos de fe y esperanza
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Gracias por tu empatía y por aplaudir la necesidad que tenemos los mexicanos de rebelarnos ante tanta muerte, tanta brutalidad. Ojalá seamos capaces de lograr un cambio, que las cosas no se queden como están. Ya basta de estar anestesiados contra el dolor.
Abrazos múltiples
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En mi pequeño país, El Salvador, tenemos gran amor por México y su mano solidaria que se extendió en tiempos del conflicto armado. Confiamos que de las semillas de Ayotzinapa, que ahora nos unen en una sola matria latina, surgirán nuevas galaxias. Abrazos.
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Muchas gracias por tus palabras, Neggfre, que siento sinceras y entrañables. Eso mismo espero de corazón.
Un abrazo con cariño latino
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El pasado día 1 hablaba con mis hijos sobre la colonización de este día tan nuestro por el Halloween anglosajón, y les comentaba que prefería que se impusiese vuestra fiesta, mucho mas parecida a la nuestra y más natural, con más conciencia y menos fantasía.
La muerte no sé si cosecha muerte, pero sį resentimiento y división si no hay una cura generalizada, un mea culpa, un reconocimiento oficial de lo ocurrido, una memoria y un acercamiento de las partes. Pero para eso tienen que cesar las muertes y las causas que las provocan. Un país se desgarra a través de esos ríos de sangre.
Soy nieta de desaparecido en nuestra Guerra Civil y, aunque hay quien dice que aquello fue cosa de viejos, yo no olvido. Ojala tu país salga de espiral y cierre bien sus heridas. Celebro esta entrada y tu valentía en la denuncia. Abrazo apretado desde el otro lado.
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Ojalá, querida Li, ojalá sea como dices, que encontremos la manera de la salir de la espiral y empezar a cerrar las heridas, pero no se ve cómo, sobre todo porque la ineptitud e impunidad de los gobernantes de todos los niveles deja poco espacio a la esperanza. Hoy la tengo menos que nunca.
Un abrazo con cariño desde el infierno
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Algo no funciona cuando en una sociedad se torna hábito que los padres entierren a los hijos. Con respecto a la notable pregunta, espero que se produzca un giro de ciento ochenta grados y que el futuro sea mucho mejor que éste presente que nos toca en suerte.
Abrazo.
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De fondo está podrido el concepto de que miles de padres entierren a sus hijos, como está pasando en México. Toca luchar desde la trinchera de cada cual para lograr un cambio de verdad.
Abrazos
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Un país que siembra muertes, cosecha miedos, odios, dolor mucho. Y para sanar tanto, se necesita de gobernantes que estén a favor de la vida, sin la mezquindad de sus poderíos o sus negocios y necesita un pueblo que también esté a favor de la vida, sin las propias mezquindades o intereses. Es un tema desgarrador, no puedo imaginar el dolor de los que pierden así a sus hijos, amigos, hermanos o parientes, pero de alguna forma, creo que debemos ser mejores que ellos, que aquellos que matan impunemente, que aquellos que les importa un bledo la vida, ya sea la forma de vida que fuere.
Abrazo sentido querida Julia.
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Estamos desgarrados, dolidos por dentro y por fuera, de mañana y de noche. Necesitamos ser capaces de capitalizar la rabia en un cambio real, de fondo, un cambio que, como dices, apunte a la vida.
Abrazos agradecidos
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A mí se me escapa el tema, no logro explicarme el por qué la violencia parece que campe a sus anchas por una gran parte de México, por eso prefiero no meterme en el fondo del asunto, me limito a mandarte un beso.
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Las razones son múltiples, en una suerte de coctel bestial, pero a pesar de saberlas tampoco logro explicarme que suceda. Agradezco de corazón el beso.
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