
Estaba desesperado. Pedía que le devolvieran a sus dos hijos detenidos ilegalmente, acusados por la dictadura de terrorismo. Trabajador sin mayores recursos, buscó ayuda de las autoridades civiles y militares de Chile, de los medios, de todos. Pero nada. Hace 30 años, Sebastián Acevedo se roció con bencina y se prendió fuego. Pocas horas después murió. Sus hijos fueron liberados. Dejó un hueco helado, quemante. Hoy, #MiércolesDePoesía, comparto esto que escribió Gonzalo Rojas, para fijar en palabras ese amor desaforado:
«Sólo veo al inmolado de Concepción que hizo humo
de su carne y ardió por Chile entero en las gradas
de la catedral frente a la tropa sin
pestañear, sin llorar, encendido y
estallado por un grisú que no es de este Mundo: sólo
veo al inmolado.
[…]
Sólo la mancha veo del amor que
nadie nunca podrá arrancar del cemento, lávenla o
no con aguarrás o sosa
cáustica, escobíllenla
con puntas de acero, líjenla
con uñas y balas, despíntenla, desmiéntanla
por todas las pantallas de
la mentira de norte a sur: sólo veo al inmolado».
-Gonzalo Rojas, «El alumbrado»
No, imposible, la huella del amor es indeleble; también la mancha, esta sí, que estigmatiza de por vida y de por muerte a los asesinos de vidas y de sueños. Un saludo.
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Indeleble la huella de ese más, sí, pero las palabras subrayan aún más la fuerza de ese discurso. Y no podías decirlo mejor: la mancha estigmatiza de por vida y de por muerte a los auténticos asesinos.
Abrazo
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Suscribo completamente las palabras de Madame. Demasiado amor para que pueda ser cancelado, o disuelto o desdibujado. Demasiada luz para que los asesinos puedan ignorarla, mirando hacia otro lado.
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Coincido, pero además cuando un poeta escribe un texto como éste, contribuye a iluminar el hecho y fijarlo en la memoria para que nunca se olvide.
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Por supuesto. «La poesía es un arma»… recuerdo una de tus entradas con el texto de Rosario Castellanos sobre Tlatelolco. Absolutamente.
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Me da miedo tu buena memoria sobre mis posts. Si quiero olvidar alguno (no es el caso de este que mencionas), no podré hacerlo porque tú lo recordarás…
=)
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Hace poco leí un pequeño libro con textos de Salvador Allende donde se incluían sus palabras finales transmitidas por radio desde la casa de gobierno. Tu post me las hizo recordar porque son igual de dolorosas y actuales. Por más que hayan ocurrido hace casi cuarenta años y que haya gente que insista en que el pasado hay que dejarlo allí, en unas sombras que nunca deben tocarse (es obvio que estas personas no quieren que se desvelen estas sombras porque puede verse lo que ellas estaban haciendo por aquel entonces).
Desconocía esta historia de la que ya mismo estoy buscando más información.
El poema de Rojas, magnífico. Esa reiteración de «…sólo veo al inmolado» me ha sonado como mazazos de significado: no dejemos de ver. No olvidemos.
Cariños.
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Sé que sueno trillada porque muchas veces he dicho lo mismo en este espacio, pero me nace repetirlo una vez más: quienes tenemos voz estamos en la obligación de recordar el dolor de los que ya no están, impedir que sea olvidado, ya se llamen Sebastián Acevedo, Alaíde Foppa, Roque Dalton, los chicos asesinados durante Tlatelolco 68 o los poetas torturados durante la dictadura chilena. A nosotros nos toca hacer que no sean olvidados, para que su historia no se repita.
El poema de Rojas es estremecedor. Sólo transcribí un fragmento, pero si tienes oportunidad de leerlo todo estoy segura que lo vas a valorar en pleno.
Abrazo
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Lo buscaré, te lo prometo.
Por lo demás, la lista sería inacabable; seguramente, por razones bien sabidas, tendrás noticias de las muchas historias de este tipo que han ocurrido aquí, en Argentina. Es por eso que me duelen tanto, aunque yo haya sido un niño en aquel entonces, cuando todo comenzó a salir a la luz ya era un adolescente y comprendía bien cómo habían sido las cosas. Por esa época, y debido a una situación que no describiré aquí, tuve la oportunidad de conocer a personas que habían estado involucradas en aquellos asuntos, y oír su desparpajo y cinismo al tratar esos temas me produjo un rechazo tan fuerte que hasta el día de hoy (y, sin duda, lo será hasta el último que me toque en suerte) estos temas me llevan hasta el borde mismo de la intolerancia (éste término, o su explicación daría tema para un post en sí mismo. La intolerancia no siempre es negativa).
Cariños.
Nota: acabo de leer el post de albertodieguez y creo que tiene relación con esto que hablamos. Si puedes échale un vistazo, al igual que a los comentarios. Quise dejar algo escrito allí pero no pude; empecé tres veces y tres veces borré lo escrito. Preferí irme sin decir nada.
Cariños.
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Entiendo la intensidad con la que te cimbra este tema. Yo no he tenido mayor contacto directo con personas afectadas por la/las dictaduras y me duele, me enoja, me sacude. Me imagino cuánto más habiéndola vivido de cerca.
Me doy una vuelta por el blog de albertodieguez.
Abrazote
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Reblogueó esto en bibliotecadealejandriaargentina.
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