«Tengo celos de ese cigarillo que fumás
Tan distraídamente».
Ana Cristina César, «Celos», Guantes de gamuza y otros poemas (Ediciones Bajo la Luna).
Carajo, qué manera de plasmar en dos líneas el profundo erotismo que implica ver fumar a alguien y derretirse de deseo por esos labios.
Celos de ese humo que se adentra en lo más profundo de ti, de ese tiempo que le dedicas al cigarrillo en lugar de a mí, de esa muerte que en cada calada se adueña más de tu persona…
Salu2
Me gustaMe gusta
Sí, en todo eso y probablemente más pensaba la poeta cuando escribió esas líneas cargadas de sentidos…
Me gustaMe gusta
Pues ya hemos hablado del cigarrillo y el muy maldito es, hay que reconocerlo, sensual (con los límites de siempre, claro; si una mujer fuma como un camionero en una road movie, bueno, ni modo…). Yo hace unas semanas que he recaído en el vicio pero me siento cualquier cosa menos sensual. Hasta diría que me avergüenza un poco fumar en la calle, me parece que demuestro debilidad o algo así.
Lo que sucede es que estoy enloqueciendo pero de a poco (lo están logrando nomás) y estas pequeñas cosas son las que me dan la pauta de que es así.
Cariños y perdón por la fuga.
Volverá a ocurrir (puse No al principio de la oración, pero se autoborró. Ya la computadora me conoce mejor que yo).
Me gustaMe gusta
Yo, que nunca he fumado, insisto en que sí, es muy sensual ver fumar a alguien. No sé qué decirte en cuanto a que volviste a hacerlo, en todo caso creo que es válido hacer uso de «muletas» que ayudan a pasarla mejor y entiendo que de ello hablamos. No te flageles, seguramente dejarás de hacerlo cuando no lo necesites.
Abrazo virtual pero no computacional
Me gustaMe gusta
Gracias querida, estoy en eso, realmente me resulta muy molesto, pero como todo vicio, es a veces más fuerte que uno. Como bien dices, en cualquier momento se produce llega el punto de «quiebre» y vuelvo a dejarlo.
Se agradece el cálido abrazo y se retribuye, en la medida de lo posible.
Me gustaMe gusta