Esta casa tiene alas

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Jardín surrealista de Edward James. Xilitla, San Luis Potosí, centro de México. Escaleras que van a ningún lado, flores de piedra, verde desaforado donde voltee, serpientes petrificadas, un laberinto de pasillos, ojos y tréboles, el sonido de una cascada que alimenta pozas cristalinas. Éste fue el juego concreto del magnate escocés James (1907-1984), apasionado del arte y dueño de la mayor colección surrealista de su época, mecenas de René Magritte, Salvador Dalí y Leonora Carrington, entre otros.

La selva quiere comerse esta construcción inverosímil, volverla apenas un apoyo para llegar más alto. Según Obed, nuestro guía y «familiar» del chofer y la cocinera de James («de 63 y 71 años», subraya para ser más creíble), el propio dueño de esto deseaba que un día la vegetación cubriera la piedra y el cemento, los incorporara a sus dominios. No falta mucho. La abundancia de agua y la exuberancia del paisaje anticipan que pronto esto quedará tapizado de bromelias, helechos, musgo, orquídeas, bambúes y una suma de especies que no dan tregua. Igual los animales: desde que James tuvo un zoológico aquí, venados, tigrillos, loros, serpientes, insectos y cuantomás toman control de cada milímetro.

Estudiante de Letras en Oxford, poeta y editor del bastión surrealista Minotauro, el excéntrico «tío Eduardo» llegó a América huyendo de la Segunda Guerra, y descubrió este pueblo remoto en busca de orquídeas, su pasión. Además de cultivar la naturaleza, la inmortalizó en arquitectura orgánica y en poemas oníricos con guiños que remiten a Escher, Dalí, Carrington, Piranesi, Varo. A la entrada del lugar, este verso de James: «Mi casa tiene alas/ y, a veces, en la profundidad de la noche,/ canta…». Éste es su poema alado vuelto piedra, donde el verde se oye.

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Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

12 comentarios sobre “Esta casa tiene alas

  1. Sorprendente. Un lugar para añadir a la lista de cosas-por-hacer-antes-de-partir. Si las fotografías transmiten tanto, estar ahí debe ser una sensación abrumadora. Y como corresponde al surrealismo, uno no puede decir nada, sólo quedarse como un tonto con la boca abierta mientras sen intenta comprender lo que no se puede ni debe comprender, sino sólo disfrutar.
    Cariños

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    1. Lo dices perfectamente: no se puede expresar lo que se siente al estar ahí, pero siempre está el necio deseo de tratar de asir en palabras lo inasible. En fin, ojalá puedas visitarlo un día. Estoy segura que lo disfrutarías muchísimo.
      Abrazo

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      1. Como te dije, lo puse en mi muro de Facebook y Claudia debe haber visitado tu blog porque dejó un «¡Quiero un jardín como ése!» más que evidente (ella vive en Buenos Aires, así que imagínate…
        «El necio deseo» es más que pertinente, ¿sin él cómo nos enteraríamos nosotros de la existencia de tales maravillas? Tú sigue con esos necios deseos que nosotros los disfrutamos.

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        1. No sé si las necedades sean pertinentes, lo que sé es que justo por ser necias no se puede razonar con ellas.
          Qué gusto conocer a Claudia por interpósita persona, o sea, tú.

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  2. Hermoso lugar , casi se puede palpar la frescura en la humedad de esos jardines es un deleite para quienes visitamos tu blog, algún día no muy lejano espero poderlos apreciar en vivo, Gracias por descubrirnos éste pequeño paraíso.

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