Este día toca liberar un libro, dejarlo «olvidado» en algún lugar público para que un lector lo encuentre y lo haga suyo. La iniciativa, originalmente argentina y cada vez más extendida, funciona cuando sea pero el 21 de marzo los olvidadores se ponen de acuerdo en una especie de guerrilla lectora. En Twitter, este año se promueve con el hashtag #SiembraUnLibro, detrás del cual está el entusiasmo de @El_Esagui y cómplices. Qué rico pensar que un día, en no mucho tiempo, ciudades y pueblos de Hispanoamérica amanezcan sembrados de ejemplares en parques, paradas de autobús, cines, iglesias, como si los libros brotaran por sí mismos, se nacieran fruto de sus ganas de ser leídos.
Aquí mi aportación variadita, comprada ex profeso para el disfrute de otros:
1. Los rituales del caos, de Carlos Monsiváis (Era), un clásico de crónica urbana que atisba con humor en las muchas expresiones del folclor nacional;
2. El alma del hombre bajo el socialismo y notas periodísticas, de Oscar Wilde (Biblioteca Nueva), vistazo a la opinión del irlandés sobre temas varios aunque destacan las páginas autocríticas, en las que Wilde comenta su propia obra;
3. Álbum Iscariote, de Julián Herbert (Era/Conaculta), lo más reciente y arriesgado del poeta de Acapulco, que a veces también escribe novelas como Canción de tumba.
Los dejaré en donde alguien pueda encontrarlos, con una nota que diga: «Este libro es parte de la Liberación Mundial de Libros. #Siembra un libro». Que vuelen y aterricen en manos que los acaricien, los hagan suyos. Amén.
PD Anda, libera tú también un libro.
Gracias a este sistema he leído muchos libros en mi época de estudiante en California… Me parece una idea estupenda.
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Yo nunca he tenido la suerte de encontrar uno pero no pierdo la esperanza…
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Yo ya le he puesto la mochila a Pau para que emprenda una nueva aventura viajera… 😉
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Pero que te la cuente!
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A ver si se manifiesta… Yo lo he dejado en el andén del metro. Quién sabe dónde acaba…
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Bendito él, qué buena aventura empieza.
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Excelente iniciativa, tampoco he tenido la suerte de encontrar ninguno, pero debe de ser toda una experiencia.
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¿Y si yo te dejo uno a ti y tú uno a mí?
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Es una idea hermosa. Soltar un libro. Dejarlo en una plaza, en el asiento de un colectivo, en la mesa de un bar. Donde más te guste. Liberarlo para que algún lector distraído, quede atrapado en sus páginas.
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Me parece delicioso, digno de uno o varios cuentos, tanto desde la óptica del libro como del personaje y del lector…
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Aquí nadie suelta nada…, jajaja, pero reconozco que es una buena iniciativa. Espero que el ejemplo cunda. Un saludo.
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Que se multiplique, sí, que se vuelva exponencial. Hacen mucha falta ideas así, creativas y sin fines de lucro, que juegan con la sorpresa y nutren la imaginación.
Abrazo
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¿A ti no te «sobran» libros en casa que leíste y sabes que no volverás a leer? Esos pueden abrir puertas a otros. Claro que si la gente no sabe de que va, igual creen que te lo olvidaste y te llaman para devolvertelo…, jajaja
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Con frecuencia hago «limpieza» de libros que estoy segura q no volveré a leer, de manera q no me quedan ahora. Por eso decidí comprar estos…
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Bien…, un abrazo.
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Reblogueó esto en Cultureando en Barinas.
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Hace algún tiempo participé en una iniciativa similar y fue muy gratificante. Desde entonces más de una vez «olvido» algún libro en la estación de metro, en una de ellas, desde el vagón pude a ver a la persona que lo recogía, quizás después de leerlo habrá hecho lo mismo.
Abrazos y buen fin de semana.
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Qué bien, buena experiencia. Yo he dejado varios libros pero nunca he visto quién los toma. Quizá algún duende lector que me sigue los pasos.
Abrazote
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Me enteré tarde, pero mejor así, aquí llovió todo el día y los libros se hubiesen echado a perder. Hace un año, aproximadamente, encontré Seda, de Alessandro Baricco; una novela breve pero encantadora. Debo reconocer que no la dejé abandonada «al azar»; sino que la dejé en un portal para que la leyera una persona en especial. Nunca supe si la novela siguió su derrotero, pero algún día lo averiguaré.
Abrazo.
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Uy, encontrar Seda es un doble premio. Es la que más he gustado de Baricco, junto con Océano Mar.
Según yo se valen las «trampas» como la que hiciste. El asunto es poner los libros a circular…
Abrazo
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