Parejas de escritores: la mano detrás del creador

José Saramago y Pilar del Río
José Saramago y Pilar del Río

Según un artículo publicado hoy en The Guardian, el escritor John Steinbeck no encontraba título para su novela, cuyos 75 años de publicación se celebran estos días. Entonces su esposa, Carol, le propuso llamarla The Grapes of Wrath (Las uvas de la ira), retomando una línea de la canción de guerra «The Battle Hymn of the Republic«. La novela que luego ganaría el Premio Pulitzer, del autor que años después recibiría el Nobel, tenía nombre. A partir de ese caso John Dugdale, autor de la nota, subraya la importancia de los «esposos literarios», es decir, parejas de creadores que influyeron de una u otra manera en la obra de plumas célebres. Entre los ejemplos que aporta están:

Frankenstein (1818)
A principios del siglo XIX, los escritores británicos Percy Shelley y Lord Byron se retaron mutuamente a escribir historias de fantasmas. En el juego participó también Mary Shelley, niña-esposa del primero (se casó con él a los 18). A Percy le pareció tan bueno el personaje monstruoso creado por ella, que la empujó a convertir el cuento en una novela, que se volvió un suceso.

Sonetos del portugués (1850)
Las cartas en verso que la poeta Elizabeth Barrett Browning le mandaba a su esposo, Robert Browning, eran eso, cartas privadas. Sin embargo, él la animó a publicarlas: fueron leídas como auténticos poemas de amor que afirmaron su prestigio literario.

Lolita (1955)
Vera Nabokov impidió varias veces que Vladimir quemara su obra cumbre, mientras la estaba gestando. Según un biógrafo de Vera, el autor la encontraba demasiado escandalosa. Además, añado yo, la mujer pasaba en limpio las cuartillas del escritor, tanto que él decía: «La máquina de escribir no funciona sin Vera».

Carrie (1974)
En su casa rodante, un muy joven Stephen King escribía el primer capítulo de su novela debut. Lo consideró tan malo que arrojó el manuscrito a la basura, de donde lo rescató su esposa, Tabitha. King siguió trabajando en él hasta crear Carrie.

Se me ocurren otros casos de parejas fundamentales, como el de Sonia Tolstoi (que a pesar de que León la maltrataba bestialmente, copiaba en limpio todo lo que él escribía y luego peleó por conservar su obra) y el de Carol Dunlop, pareja de Julio Cortázar y coautora de Los autonautas de la cosmopista. Añado otros dos:

Cien años de soledad (1967)
Durante los largos meses en los que Gabriel García Márquez escribía su ambiciosa primera novela, Mercedes conseguía dinero para comer, para papel y para los cigarros que el autor necesitaba. Se quedaron sin auto y ella incluso vendió los aparatos electrodomésticos… pero nació el portento del Boom latinoamericano.

Todos los nombres (1987)
Pilar del Río era una periodista conocida en España. Luego de leer Memorial del convento, quedó tan tocada por la pluma de José Saramago que buscó conocerlo. Platicaron, se entendieron, empezaron a frecuentarse y se enamoraron, a pesar de los 28 años de diferencia entre ellos. No se separaron más, hasta la muerte de él. Ella se convirtió en traductora al español de toda la obra del Nobel portugués.

Que nadie se sorprenda. Ya lo dice la Biblia, esa gran obra literaria: «Mejores son dos que uno». Ante las inseguridades de escribir ayuda contar con la fe ciega de alguien querido.

 

Publicado por Julia Santibáñez

Me da por leer y escribir. Con alta frecuencia.

21 comentarios sobre “Parejas de escritores: la mano detrás del creador

  1. Como siempre, una entrada maravillosa. Desconocía la historia de Robert Browning; del resto –y sé que no soy imparcial en mi parecer– me quedo con la pareja Del Río-Saramago. Hay un documental (se puede ver completo en youtube) llamado José y Pilar. Es regular, pero tiene algunas perlas para atesorar. Una de ellas es cuando le preguntan a Saramgo por aquel día en que conoció a Pilar. Él estaba esperándola, sólo para una entrevista, en el aeropuerto y, cuando la vio venir, cuando la vio acercarse hacia él, no pudo más que pensar «Ah, no; esto es otra cosa…»; otra es la imagen final. Saramago apoyado en una pared, mira hacia la cámara y sólo dice: «Pilar… nos vemos en otro lado». Ah, por dios; mis palabras no pueden siquiera rozar la sensación que provocaron en mí esas imágenes. Hay que verlas porque la expresión de Saramago es intransferible.
    Ay… ya, ya termino.
    Abrazo cariñoso y gracias por esta summa amorosa.

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    1. Su historia de amor es tremenda. Y luego esas dedicatorias con las que el escritor le entregaba cada novela («A Pilar, mi casa» es mi favorita). Alguna vez vi el tráiler del video que comentas, me pareció bellísimo pero no encontré el documental en sí. Ya que me dices que sí está, corro a buscarlo.
      Gracias por la recomendación…
      Abrazo sentido

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  2. ¡Qué bonito artículo!!
    Si es que la dinámica social nos empuja a separnos, cuando es vital la unión entre la mujer y el hombre para crear y construir y hacer historia (sana, cabe puntualizar!)

    La foto que ilustra el artículo es una clara muestra de la magia entre dos personas en plena sintonía.

    Qué bello es vivir!

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    1. Coincido contigo en que la foto es bella, casi permite palpar la complicidad entre autor y traductora que, al final, son un hombre y una mujer que se aman. La suya es una historia que mueve y conmueve.
      Saludos con cariño

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