Un hombre le escribe una angustiosa carta a su esposa, tratando de explicarle el «inútil combate» de su vida: «Quisiera hacer un esfuerzo, no sólo de sinceridad, sino también de exactitud; estas páginas contendrán muchas tachaduras: ya las contienen. Lo que yo te pido (lo único que puedo aún pedirte) es que no saltes ninguna de estas líneas que me habrán costado tanto. Si es difícil vivir, es aún mucho más penoso explicar nuestra vida […] No sabiendo vivir según la moral ordinaria, trato, por lo menos, de estar de acuerdo con la mía». -Marguerite Yourcenar, Alexis o el tratado del inútil combate.
Releo este libro, ahora reeditado por Alfaguara y originalmente publicado en 1929, cuando Yourcenar tenía sólo 24 años. Su honestidad brutal, su despilfarro conmovedor me dejan rumiando qué retador me resulta eso de, al menos, tratar de vivir de acuerdo con mi propia moral. Si lo logro, me basta y sobra.
Importante ese mensaje para todos. Abrazos.
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Sanísimo, creo.
Abrazote
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Ya te digo… casi nada.
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Casi.
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Este libro, leído a mis 24 (¡vaya casualidad! inserto guiños) puso palabras a lo que sentía y no podía nombrar. Desde entonces me acompañan sus últimos párrafos.
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Cada línea es de fuerza que desarma, querida. Celebro que compartamos el gusto.
Abrazísimos
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Si en este presente no es tan facil, habrá que remontarse a su época, que sin duda era muy complicado. besos y rosas
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Imagínate, Rubén, qué cuesta arriba. Ojalá las nuevas generaciones lo vivan todo más fácil.
Un abrazo fuerte para ti
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