
Anoche hicimos una bacanal a costillas de Sabines. Estrenamos sus poemas, los comimos e inhalamos, los bebimos. Impúdicos, dejamos que nos pintaran la boca de rojo y nos dejaran remecidos.
Éramos más de 100 (calculo) en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica. El evento se anunció como una celebración por los 90 años que hubiera cumplido el escritor, pero en realidad llegamos desde distintos puntos de la ciudad, en realidad estábamos ahí para leer un poema y asegurar: «No es de Sabines, es mío, tiene mi nombre». O: «Con él me di cuenta de que sabía algo sin saber que lo sabía». O, incluso: «Estos versos me dicen mejor que yo mismo».
Los invitados no éramos Mónica Soto, Rocío Cerón, Alejandro Baca, Javier Moro Hernández y yo misma, colegas a quienes amablemente mi querido José Luis Enciso convidó a leer nuestros textos sabinianos favoritos. Los invitados tampoco eran quienes llegaron con su libro bajo el brazo y pasaron a leer sus versos preferidos o los que los recitaron de memoria o los leyeron en el celular. El invitado de honor era el poema.
Me emocionó, me emociona esa apropiación, ese invitar a la gente a ponerle su firma a unos versos que, aunque escritos por Sabines, son de uno. La poesía es tremenda por eso, porque «es un puente que tendemos entre una soledad y otra», dijo alguna vez el autor chiapaneco. Y anoche lo vi ocurrir una vez más.
Hoy me pongo más cursi de lo normal y digo: qué chingona es la poesía y qué rico orgiar con Sabines.
Dejo por aquí estos versos suyos que son míos:
«Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo,
tú lo tienes.
El puño de mi corazón está golpeando, llamando.
Te agradezco a los cuentos,
doy gracias a tu madre y a tu padre,
y a la muerte que no te ha visto.
Te agradezco al aire.
Eres esbelta como el trigo,
frágil como la línea de tu cuerpo.
Nunca he amado a una mujer delgada
pero tú has enamorado mis manos,
ataste mi deseo,
cogiste mis ojos como dos peces.
Por eso estoy a tu puerta, esperando».




Maravillosa bacanal. Uno de mis grandes amores poéticos.
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Fue de veras una gozadera total. =)
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Danioska ►Uff, que bonito. Maravillosa la pluma de este
hombre celestial‼ Un saludo. Abrazos envueltos.
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Abrazo para ti, querido. Gracias por pasar, es siempre un gusto tenerte por aquí.
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Una vez más, me perdí una buena reunión. Pero qué emoción me causa tu charla. Me lanza directo al librero a buscar a mi Sabines y leer lo que me sé de memoria y que es mío y que me volverá a estremecer, siempre.
Gracias, Julia, siempre.
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Eso: los poemas que son míos también me los he aprendido de memoria. Hay por ahí en el baúl mental algo de Sor Juana, de Quevedo, de Garcilaso, de Sabines, de Donne, de Miguel Hernández… Lo siento por ellos, tan buenos poetas y yo digo que sus versos son míos, ja.
Abrazote.
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Bello acto solidario con la poesía y con la obra de este gran poeta que está vivo y que emocionante tu reporte. Saludos.
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Gonzalo Rojas le dijo a Juan Rulfo, en su momento: «Los poetas no mueren, quedan encantados». Algo así le habrá pasado a Sabines.
Saludos.
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Reblogueó esto en El Rincón del Buscador.y comentado:
Me gusta mucho Sabines. Y el poema que has elegido es mágico. Gracias.
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