Silencio gris que se hurga el ombligo/
Silencio como un mueble, pesado y sólido/
Silencio-mariposa que se agita, sale volando/
Silencio ensangrentado, con muertos en el camino/
Silencio pequeñito, castigado de cara a la pared/
Silencio-eructo, fétido y caliente/
Silencio que no se aguanta a sí mismo/
Silencio-veda, en espera de tiempos mejores/
Silencio que llueve tormenta de verano/
Silencio vasto como un desierto/
Silencio-muñeco de trapo, descoyuntado/
Silencio reseco, de mirada torva/
Silencio que precede una hecatombe/
Silencio-música, sombras e incienso/
Silencio-esquina entre uno y otro derrotero/
Silencio como de estar haciendo otra cosa/
Silencio-eco que calca la tarde/
Silencio de ojos brillantes, de mundo recién pintado//
-Julia Santibáñez


«Silencio-eco que calca la tarde» me encantó ese verso…puede , al igual que el ‘eco’ de la montaña dar mil reverberaciones de copias y calcos de tantas intimidades escondidas allí dentro del eco.
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Celebro que te gustara! Y sí, como dices, a veces contiene incontables acentos de intimidades, de desgarros, de estridencias. Gracias por pasar por aquí, saludos
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