
Que fue vandalizada la tumba de James Matthew Barrie, autor de la novela-nada-infantil Peter Pan o el niño que no creció. Que alguien rompió las piedras del sepulcro. Que se dijo «indignado» un policía de Kirriemuir, al este de Escocia, donde el escritor nació y fue sepultado. Hasta ahí la nota del sitio de la BBC.
Recuerdo al Matthew Barrie de Jardines de Kensington, novela de Rodrigo Fresán (publicada por DeBolsillo), un soberbio universo literario y uno de mis libros favoritos entre todos. En ella, Fresán se hunde en la vida del autor que idolatró a los hermanos Llewlyn Davies y se inspiró obsesivamente en ellos para crear a su anti-héroe-que-vuela-como-pájaro, hasta el punto de que el País de Nunca Jamás y los Niños perdidos se entretejieron con su vida, alterándola sin remedio. Con base en esa historia más un tapiz lisérgico/ pop, el argentino conforma una novela imprevisible y adictiva que, entre otros temas, explora la atracción que Barrie sentía por los niños Llewlyn, en pasajes sugerentísimos como: «Yo creé a Peter Pan frotándolos, todos juntos, al mismo tiempo. Mis queridos muchachos, yo los froté unos a otros del mismo modo en que un salvaje les arranca el fuego a dos trozos de madera. Peter Pan no es otra cosa que el producto de esa chispa que les robé a ustedes».
En otros momentos, el narrador habla sobre la experiencia de la lectura y dice que «el silencio que brota de los libros y nos envuelve es un silencio lleno de sonidos», para luego afirmar esto que suscribo, igual que hará quien padece el virus de la lectura: «Ésta es siempre la función de nuestros libros favoritos, nuestros libros de cabecera, los libros que leemos para poder dormir, los libros que volvemos a leer apenas nos despertamos: descubrir en ellos que alguien ya nos ha escrito mucho mejor que lo que jamás podremos hacerlo nosotros». Qué joya.
Supongo que quien profanó la tumba de Barrie leyó Jardines de Kensington y, fascinado por ese personaje impotente, lleno de traumas y sensible a morir, buscaba rescatarle los huesos para decirle que resulta mucho más seductor que su famoso hijo de ficción. Aunque no vuele.
(originalmente publicado en mi blog Deli(b)rios, en el sitio web de la revista SoHo)
Dejando volar la imaginación en silencio 🙂 un beso fuerte guapa!
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Otro para ti, querida!
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Una entrada difícil de comentar D.; es tan sentida que uno siente cierto prurito en decir algo. Uno se siente como un fisgón escuchando una conversación ajena. Por supuesto que suscribo esas palabras de Fresán; más allá de que es un autor al que he leído muy poco (tal vez me pasó con él lo mismo que con Colette: lo primero que leí de él no me gustó en su momento y no le he dado más oportunidades); pero también suscribo las tuyas. palabras sobre palabras. Un metalenguaje inacabable.
Abrazo.
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Qué desastre… Acabo de releer mi comentario y veo ciertos horrores. Mira si me habrá resultado difícil poner en claro lo que quería decir que escribí «sentida», «siente» y otra vez «siente» en las dos primeras líneas. Y repito «él» cuando hablo de Fresán…
Borgeano: la vergüenza de tu blog.
Mañana intentaré estar más despierto.
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Hemos hablado antes de Fresán (y, en su momento, de Gelman): para mí son faros que guían la ruta y a ti no te han hecho vibrar. Igualmente, a ti Auster te cimbra y a mí no en especial. Es normal, a cada quien le resuenan cosas distintas. Lo rico es compartir los asombros y acompañarlos, ¿no?
Abrazo
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Hombre, no seas tan rudo contigo mismo que soy la primera en saltar en tu defensa: un comentario es simplemente un texto escrito de prisa, sin demasiadas consideraciones.
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Pues insisto en un punto: a Fresán no lo he leído; así que no podría decir que «no me gusta» ; sólo comencé una novela, no me gustó y allí quedó. Ahora, a través de tus comentarios, siento deseos de retomarlo. sé que eres una excelente lectora y que tenemos muchos gustos afines; así que intentarlo no costará nada (del mismo modo que no implicará nada; tal no me conmueva como a ti; pero creo que una oportunidad se merece o, mejor dicho: merezco). De Gelman he leído un poco más y aunque algunas cosas me gustan, en general no es el poeta que más me llega. Y Auster no santo de mi devoción tampoco, aunque lo he leído bastante; pero muchas veces como mero divetimento. Insisto con El Palacio de la Luna y el ensayo que destaqué en el blog fue más por una cuestión empática que por otra cosa; a veces su prosa es demasiado plana. Sus otras novelas no han logrado la altura de El Palacio…
Pero entiendo el punto. La literatura es como un parque de diversiones; hay juegos para todos los gustos.
abrazo.
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Si vas a darte otra oportunidad con Fresán, querido amigo, recomiendo que lo hagas con Jardines de Kensington (al menos a mí de deslumbra). Y disculpa el dislate, creí entender en otro momento que te gustaba mucho Auster y a mí me pasa lo que dices: su prosa me parece muy plana. Leeré La invención de la soledad (como dije y ya compré) y te contaré qué me parece/ qué me pasa por dentro.
Tu imagen de la literatura como parque de diversiones es bastante más lúdica que la que yo suelo usar: leer es como comer, a veces te apetece un bocadillo salado, otras quieres un plato fuerte con toque a mostaza, en otro momento tienes ganas de una sopa fría, un día traes antojo de un pay de frutas. Como sé que eres un alma noble desde ya te confieso que te voy a plagiar la del parque de diversiones pero para no ser tan desvergonzada haré un matiz: diré que es como una feria de pueblo donde, igualmente, hay todo tipo de juegos.
Abrazo multiplicado
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Bueno, el parque de diversiones también incluye el «Tren fantasma» o algún otro juego que a primera vista no parece tan divertido. Es válida tu comparación con la comida (quizá sea más certera aun). ¿Y qué es eso de pedir permiso y declararte «desvergonzada»? ¡Pero si esto es un ida y vuelta incesante! Plagiarnos sería una de las formas más exquisitas de reconocernos más allá de la amistad. cuando dices que me «plagiarás» me están honrando en demasía. Yo, para ser sinceros, en ese sentido te he honrado tantas veces que he perdido la cuenta.
Abrazo centuplicado.
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No discutamos, plagiémonos gozosamente y firmemos por partida doble, querido. =)
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imagine tu voz, llevándome por ese recorrido antes narrado
no he leído esa obra de Rodrigo Fresan, así que lo busco y lo leo debe ser una joya cuando tú lo recomiendas…
abrazos querida
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Ojalá te guste, a mí me deslumbró y lo sigue haciendo cada vez que lo retomo. Me encantará saber tu opinión.
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para mí leer es el acto de atender en toda su pureza…
besos.
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Gracias, Faraón, por ese matiz: en efecto, es atender a una voz que no está, que no es audible, pero que se vuelve más real que el sillón que nos sostiene y la persona que tenemos junto mientras clavamos los ojos en el libro. Que me digan que eso no es magia pura.
Abrazo
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Hola, compañera mía.
¿Qué agregar ante esto?: «descubrir en ellos [los libros] que alguien ya nos ha escrito mucho mejor que lo que jamás podremos hacerlo nosotros”. Nada. Ni siquiera este pequeñísimo homenaje.
Gracias por compartir.
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El homenaje, querido, lo hacemos tú y yo a Fresán, que su pluma es la que ilumina.
Un abrazo
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Puede también que esa persona haya visto y apreciado sensiblemente lo que se muestra en «Finding Neverland» (2004). Sin embargo, cuando se hizo referencia a la novela de Fresán recordé por un momento la otra obra de Barrie, que según algunos, fue la precursora de Peter Pan: «El pajarito blanco» (1902). Quisiera poder leerla, se dice que contiene fragmentos bastante autobiográficos…
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En efecto, Sebastián, la novela de Fresán menciona también El pajarito blanco y me interesó mucho conocerla, pero no he podido dar con ella. De hecho, a raíz de Jardines de Kensington leí por primera vez la versión original de Peter Pan y me gustó, además de sorprenderme. No es ninguna sorpresa decir que la versión de Disney es muy superficial, mientras el texto original de Barrie tiene momentos muy simbólicos y cargados de ecos, como ese pasaje donde Peter Pan está sentado en una roca y dice: «Morir debe ser una aventura fantástica» (cito de memoria). Es una lástima que la mediatización de ciertos personajes clásicos los desvista de sus matices y riqueza, como en este caso Peter Pan y, en otro muy distinto, Frankenstein.
En fin, gracias por pasar y comentar.
Saludos
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