Aquí va un pequeño poema mío que celebra esa delicia de la geografía masculina, con frecuencia pasada por alto cuando se habla de sexo, pero en el juego del deseo exquisita de imaginar, acariciar, chupar, morder, besar. Si Adán hubiera sabido cuánto iba a estar presente en mis fantasías…
Quiero tu cuello
ahora
grueso
lamerle la nuez
como áspera es la noche.
Quiero tu cuello
quiero
grueso
lamerle la nuez.
-Julia Santibáñez
🙂
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Otra vez me sorprenders, con apretadísimo poema; Los frutos vegetales siempre fueron afines al cuerpo y a sus apéndices. Creo que en las hermanas de Eva, hay más atributos frutales que en los adanes (debí decir Adán, porque este nombre bíblico significa: el hombre, o la humanidad misma). Esos de las féminas, sí son deliciosos, con tersuras especiales, temperaturas que pueden variar en un rango del tibio al hirviente, son sabores peculiares en el contenido de sus néctares y con reacciones insospechables si se les sabe dar el tratamiento adecuado. Las nueces solo las conozco, formando parte de los panes navideños. Y engordan. Gracias Julia. Besos para vos de parte del hombre que no tenía nuez. Raul
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Lo dices bien, los frutos remiten de inmediato al cuerpo de unos y otras. Las cualidades curvosas, dulces, tersas y jugosas son metáfora que apetece.
Gracias por comentar
Abrazo
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Yo tengo una deliciosa nuez por si hay interesadas. Viene con sorround incluido!
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