El Cristo de Corcovado o el Apocalipsis en una mañana

Me dijeron que subir a verlo requiere la abnegación de un santo… y se ve que además de mi hija y yo, hay miles de santos queriendo hacerlo a las 8:30 am de hoy. La fila para tomar el trenecito a la montaña Corcovado es, dicen, de unas tres horas. Un «muy amable» empleado delSigue leyendo «El Cristo de Corcovado o el Apocalipsis en una mañana»

Mujer caliente de sol

Seguro, segurísimo, De Moraes pensaba en una mujer de Copacabana cuando escribió esto tan deliciosamente erótico: Un mujer al sol es todo mi deseo,/ viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz/ y la flor de los labios abierta para el beso/ y en la piel refulgente el polen de la luz.// Una hermosaSigue leyendo «Mujer caliente de sol»

Mensaje en un sobre de azúcar

No evito el lugar común de tomarme una caipirinha en mi primera hora en Copacabana, igual que mi adolescenta futbolera tampoco evita jugar futbol en la arena y pedirme que le tome fotos frente a la portería. De lugares comunes estamos hechos. La novedad es que en el restaurantito playero donde bebo el licor deSigue leyendo «Mensaje en un sobre de azúcar»

Primera lección en Río

Recién desembarcadas en esta ciudad «abençoada» (bendecida), aventar las maletas en el hotel y bajar a Copacabana fueron una y la misma cosa. Arena suave, mar glorioso, paisaje a punto, hija feliz. Alérgica mental al sol como soy, de inmediato rento una sombrilla para completar mi dicha. Un sonriente muchacho la entierra en la arenaSigue leyendo «Primera lección en Río»