
«¡Que mi corazón estalle!
¡Que el amor, a su antojo,
acabe con mi cuerpo!
Nada tengo yo que hacer, oh, amiga,
con un amante de corazón tan inestable!»—
así dijo la hermosa de ojos de gacela,
llena de vehemencia,
en el exceso de su ira;
mas, al mismo tiempo, escudriñaba
con mirada inquieta
el camino por donde él había de venir».
(Amaru, Cien poemas de amor. Versión directa del sánscrito de Fernando Tola, Barral Editores).
Este poema de Amaru (o Amaruka), autor indio de alrededor del siglo VII, me desarma por delicado y certero. Porque presenta una situación con la finura de un cómplice que ha estado en los zapatos del acusado. Porque asume que amar y odiar no son antónimos sino, acaso, complementarios que se afilan mutuamente. Porque me recuerda aquello de Catulo: «Odio y amo. Tal vez preguntes: ‘¿Cómo es posible?’. No lo sé, pero siento que así es y me tortura». Porque le pasó a esa mujer y me pasa a mí con más frecuencia de la que quisiera. Porque, claramente, no somos originales.
Buen #MiércolesDePoesía.
Bonito poema y buena reflexión. Por cierto «ojos de gacela» lo he visto ya en tres poemas de poetas diferentes. (uno de mi cosecha)
Feliz día!
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues mira, estás en sintonía con varios siglos de poetas, ja. Animalizar es un recurso que, bien usado, funciona padrísimo, me gusta.
Abrazo para ti
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias por compartir este hermoso poema, danioska; amor y odio, tan distintos, tan distantes y tan próximos.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Se parecen mucho a ratos, como hermanos gemelos de una madre bipolar, ja.
Un abrazo para ti
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Qué bonito! Sabes que soy de los anacrónicos que apuesta por el amor (apuesta y pierde, apuesta y pierde, apuesta y… pero un día de estos pego un pleno y me retiro a vivir de rentas); así que encontrar un poema tan sencillo y directo como el de Amaru o Amaruka (¿esa desinencia… familia, tal vez?) es como un bálsamo en estos tiempos de cinismos desbocados o cosas peores.
Abrazos.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Pues somos varios anacrónicos de este lado de la acera, será por eso que el poemita nos llega (y nos llaga). Lo que otras veces hemos dicho se repite ahora: increíble que algo escrito hace 14 siglos nos salpique de agua fresca. Insisto, no hay nada nuevo por acá. Principalmente, no nosotros mismos.
Beso.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Para modernos, los clásicos.
Besos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Matador. Nada que añadir.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola, ¡buenos días!
Este poema me recuerda uno que leí… en el reverso de una hoja de calendario. Como verás, de ninguna manera me acerco un poquito a tu sapiencia poemática, pero éste me caló hondo, y de seguro tú conoces. Y dice así:
Balada Catalana
Vicente Balaguer
Rugiente pasión ardía
en el alma del doncel;
fuera de Ella nada había,
en el mundo, para él.
–¡Lo que a tu capricho cuadre
–dijo a su amada–lo haré;
si las joyas de mi madre
me pides, te las daré!
Y ella, infame como hermosa,
dijo en horrible fruición:
–¿Sus joyas? ¡Son poca cosa!
¡Yo quiero su corazón!
En fuego impuro él ardiendo
hacia su madre corrió
y al punto su pecho abriendo
el corazón le arrancó.
Tan presuroso volvía
la horrible ofrenda a llevar,
que, tropezando en la vía,
fue por el suelo a rodar.
Y brotó un acento blando
del corazón maternal
al ingrato preguntando:
–Hijo, ¿no te has hecho mal?
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues no, no lo conocía, querido!
Me gustaMe gusta