Un poema me resuena estos días en la cabeza, no sé por qué. Lo aprendí de memoria hace años y luego lo olvidé, pero esta semana estos versos me retumban sin aviso:
«¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.»
Claro, es la «Noche oscura» del místico español Juan de la Cruz (me resisto a llamarlo «San Juan» porque me parece mucho más digno elevarlo como el poeta exquisito que fue, a darle el dudoso privilegio de santo). Nacido en 1542 en la región de Castilla, llevó la poesía a niveles que nunca antes había alcanzado, con el deseo de explicar su experiencia mística. Éste es uno de sus poemas más conocidos, de una belleza y sonoridad espléndidas. En una primera lectura, digamos terrenal, es un poema deliciosamente erótico, pero señalan sus estudiosos que, bajo el sentido evidente, el poeta buscaba expresar la aventura del alma que sale a buscar la unión con Dios. Sea como sea, esta semana Juan de la Cruz es el invitado que llena de luz este #MiércolesDePoesía con versos que no saben hacerse viejos.
Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.
«En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras, y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste,
¡oh noche amable más que el alborada:
oh noche, que juntaste
amado con amada, amada
en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado».
*Tomo la versión de ortografía modernizada que avala Gerald Brennan, uno de los mayores estudiosos del poeta español, en el libro Gerald Brennan, San Juan de la Cruz (DeBolsillo)
La noche oscura es trasparente, deslumbrante y llena de luz!
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Mira si la poesía no es poderosa que logra en apenas unas líneas lo que toda la tecnología no sueña siquiera.
Saludos
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Un poema para documentar al poeta. Esa sensación de amor y sutileza que el poema conserva, sin que los siglos hagan mella… besos y rosas.
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Es un gran poema, central en la historia de las letras hispánicas y tan vivo como cuando el autor le ponía punto final. Así la magia de la poesía.
Un abrazo
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Me quedo, ante todo y por sobre todo, con una lectura absolutamente tangencial y personal (si erro el disparo, mis disculpas): tal vez el motivo por el cual esos versos te «atacaron» fue, precisamente, por ese verso final de los tres que recordaste. Si es así, me alegro sobremanera y bienvenida sea la relación secundaria con Juan de la Cruz.
Abrazos.
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Pues sí, tu lectura tangencial y personal tiene fondo: la casa está en sosiego. Y eso se agradece.
Es la maravilla (y el riesgo) de que sepas leer tan bien entre líneas…
Abrazo
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Cuando uno quiere bien a alguien, su tranquilidad y felicidad también es la nuestra. Digamos, entonces, que soy egoísta y que he encontrado la felicidad por interpósita persona. En cuanto a la maravilla y riesgo de las lecturas (gracias), vuelvo al punto primero: cuando uno quiere bien a alguien, esa capacidad nunca será mal utilizada; así que, al menos en este caso, el riesgo es mínimo o, tal vez, nulo.
Abrazos.
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No, por supuesto no quise decir que se usara para mal, sólo me refería al temor de quedar descubierta incluso cuando creo estar bien oculta detrás de palabras.
Gracias por la felicidad que compartimos a través de las letras. La suscribo.
Abrazos
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