
«‘La culpa no es de nadien, más que mía, por haberte tenido’. En la memoria de Polonio la palabra nadien se había clavado, insólita, singular, como si fuese la suma de un número infinito de significaciones. Nadien, este plural triste. De nadie era la culpa, del destino, de la vida, de la pinche suerte, de nadien. Por haberte tenido”. Este pasaje de El apando (Ediciones Era), cuento del mexicano José Revueltas, muestra en pocas líneas la fuerza de su pluma, aguda, concentrada, de atmósferas inquietantes y una rabia tensa.
Los huesos de ese mismo José Revueltas, que varias veces estuvo preso por sus ideas políticas y que hoy cumpliría 100 años, ya descansan tranquilos porque desde ayer hay una placa en su honor en el Palacio de Lecumberri (antes penitenciaría y hoy, Archivo General de la Nación). Ahí pasó dos años y medio encerrado, luego de su participación en la revuelta estudiantil de 1968, y en su celda escribió El apando, que justo se desarrolla en prisión y da cuenta de la barbarie como norma de los marginales. Asimismo, se develó una placa con su nombre en el complejo penitenciario de Islas Marías, que también lo tuvo como interno.
Qué elegancia de la modernidad: meter en prisión a los escritores incómodos y, cuando se mueren, reivindicarlos con un homenaje que sale en los periódicos. Para los políticos conviene mucho más el Revueltas muerto que vivo, pero para la gente de a pie como yo, una figura crítica como la suya se antoja necesaria en el caótico México de hoy.

Dices:
«Qué elegancia de la modernidad: meter en prisión a los escritores incómodos y, cuando se mueren, reivindicarlos con un homenaje que sale en los periódicos.»
Y tienes muchísima razón, la historia está llena de esas paradojas. Aquí cerca murió Miguel Hernández, en la cárcel, ahora todo son homenajes y recuerdos y conmemoraciones. Siempre fue incomodo en vida.
Pero no solo son cosas modernas, ni atañen únicamente a los políticos. Son viejas como la humanidad. Cuantos místicos cristianos, auténticos, estuvieron a punto de morir en la hoguera o murieron en ella. No hablemos ya de los científicos o investigadores. Los «rebeldes» una vez muertos son ejemplo a seguir por el mismo «bando» que los condenó.
Hay una apropiación indebida del personaje, de la historia y de la memoria, que se moldean a medida de los intereses. Por eso la ignorancia conviene tanto.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Uy, Miguel Hernández es unos de mis poetas favoritos de la vida. Y sí, sé que esto ocurre en todos lados y desde siempre: hay gran conveniencia política en «reivindicar» a los muertos, sean artistas, filósofos, científicos o «profetas». Es parte del sinsentido cotidiano y, como dices, de los intereses que lo gobiernan todo.
Un abrazo y gracias por pasar
Me gustaMe gusta
Réquiem para un escritor que le hizo honor a su apellido.
Un beso que se abre paso hasta ese México caótico.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Sí, Revueltas hizo muchas ídem, pero con conocimiento de causa.
Abrazos desde el huracán
Me gustaMe gusta
«Qué elegancia de la modernidad…» Maravillosa ironía; y no hay como la ironía para desnudar el sinsentido o la estupidez de ciertas actitudes.
Abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Uf, incontenible la imbecilidad que nos rodea. Me recuerdo de aquello que repetía, divertido, Facundo Cabral: «mi abuelo decía que le temía a los pendejos… porque son muchos».
Abrazos que intenta huir de la estupidez
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ésa es una tarea de todos los días querida; pero tú le llevas suficiente ventaja como para estar tranquila por mucho tiempo.
Abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hay que pedalear fuerte, no te creas. A darle.
Abrazo
Me gustaMe gusta