En dos horas voy a estar sentada frente a Martín Caparrós, autor argentino que desde hace tiempo me ha seducido con el ángulo humano y honesto de sus crónicas. Platicaré con él sobre El hambre, su libro más reciente, un demoledor volumen que permite asomarse a las historias y complejidades de ese fenómeno mundial que provoca que cada cinco segundos muera en el planeta un chico… con un hueco literal en el estómago.
Mientras desayuno me resuenan en la cabeza estas palabras de un niño indio, cuando el autor le preguntó qué es lo que más le gusta comer: «A mí no me gusta comer esto o lo otro; a mí lo que me gusta es comer. Yo soy pobre, no puedo pensar en comer algo en particular. Yo como lo que puedo. Lo que me gusta es poder comer, que mi familia pueda». No hay manera de que la fruta me sepa bien. Le preguntaré a Caparrós si es normal.
Hola, te he nominado al premio Dardos porque lo que escribes me parece muy interesante. Me gusta mucho!!! al respecto:
http://corriendoenlaniebla.wordpress.com/2014/09/02/gracias-por-la-nominacion-al-premio-dardos/
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Muchísimas gracias, Zuri, me encanta saber que lo que encuentras por aquí te hace sentido, te mueve por dentro, te interesa. Paso por tu blog…
Saludos
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Y es que algo no funciona en la aldea mundial, o quizá sí sabemos. Desde que el hombre le puso precio a todo y nos regimos por el poderoso caballero, anderemos mal y de malas con los que menos tienen.. Buen momento para ti, felicidades y suerte.
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Ese invento moderno de la «propiedad privada» ha terminado privando de la propiedad a tantos, Rubén. Gracias por la buena vibra, un abrazo
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Cuando escribo este comentario ya han pasado más de las dos horas que indicabas para hacer la entrevista.a Martín Caparrós. Ya se habrá producido la entrevista y, posiblemente, ya obtuviste de él respuesta a tu pregunta sobre si era normal que la fruta no te supiese bien después del resonar de las palabras del niño en tu cabeza. Y seguramente el habrá sido benévolo con tu sensación y categórico con la necesidad de cambiar esta sociedad hedonista para evitar más huecos literales. ¡Cuánta suerte tenemos y qué poco nos implicamos ante las imperiosas necesidades ajenas! Tu regusto amargo se me ha adherido a mi garganta y me temo que no se irá fácilmente. Aún con el posible consuelo de las palabras de tu entrevistado o potenciado por éstas que supongo leeré.
Un abrazo
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Así es, querido Rafael, escribiré la entrevista para la revista SoHo y la compartiré también por aquí. Fue una muy buena charla, cruda como el tema que aborda el libro, pero Caparrós es un tipo inteligente, sensible, fácilmente cercano. Disfruté la conversación con él.
Abrazo
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Esas palabras del niño indio son profundas
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Tienen un remolino dentro, Junior.
Saludos
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Hola,
Imposible dejar de conmoverse, ¿o acaso me estaré haciendo viejo? Deja tú el nudo en la boca del estómago. El dolor es aún más profundo, como si estuviera enquistado en la propia alma.
Un saludo, Danioska.
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Algo así, Enrique, algo así.
Saludos
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Duro…
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