El monstruo se desata/
en el laberinto de mi oreja:/
corre calle abajo/
(embriagado)/
y avasalla./
En loca carrera/
trastorna,/
fascina con el portento/
de su rabia./
Lo espera una flor incandescente./
Qué prodigio de ojos excesivos.//
-Julia Santibáñez